
Fue hace quince años y acudió invitado por el Círculo Saviñao
09 ago 2016 . Actualizado a las 16:53 h.Hace quince años de la última visita de Gustavo Bueno al sur de Lugo, al menos de la última que tuvo trascendencia pública. El filósofo y autor de libros como Telebasura y democracia o La fe del ateo, muerto este domingo a los 91 años, estuvo el 24 de mayo del 2001 en Escairón. Lo había invitado el Círculo Saviñao.
La entidad que presidía, y sigue presidiendo, Enrique Sampil lo había invitado para que diese una charla sobre la evolución histórica de los nacionalismos. Pero en aquel momento este catedrático emérito de Filosofía en la Universidad de Oviedo se había convertido en una cara conocida de la televisión gracias a su reconocida afición por Gran Hermano, el programa de telerrealidad que en aquel momento acababa de estrenarse y rompía todas las barreras de audiencia. De Gran Hermano y sus críticos habló en una entrevista publicada al día siguiente en este diario.
Tras reconocer que había quien le negaba el saludo por haberse convertido en comentarista de Gran Hermano, Gustavo Bueno, advertía que «la escoba puede estar más sucia que la basura que barre» y reivindicaba aquel programa, que después se convertiría en icono de la telebasura, como un espectáculo también para públicos cultos. «Gran Hermano -afirmaba- puede verse desde muchos puntos de vista. Piense que el cuadro de Las Meninas puede verlo desde un mongólico hasta un esteta, un historiador, un republicano... Así que depende de quién lo vea y cómo lo vea».
Público heterogéneo
Aquella conferencia llenó el salón de actos del Círculo Saviñao. No había ido a hablar sobre Gran Hermano, y aunque acabó haciéndolo a preguntas del público, el argumento central del acto fue su punto de vista crítico con los nacionalismos. Igual de interesante que la charla debió estar el debate posterior, porque entre el heterogéneo público que siguió la charla había quienes estaban muy de acuerdo con sus puntos de vista político y otros que probablemente discrepaban, como mínimo de algunos, como por ejemplo el monfortino Antón Arias Curto, encarcelado en 1988 bajo la acusación de ser uno de los líderes del Exército Guerrilheiro do Povo Galego Ceive.