Los nuevos contadores eléctricos ponen en aprietos a las bodegas

Luis Díaz
luis díaz MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Alguna empresa tuvo que pagar más de 100.000 euros para regularizar su situación

07 ene 2017 . Actualizado a las 16:47 h.

La renovación de contadores eléctricos, de un lado, y las ampliaciones en las que están inmersas muchas de ellas, por otro, están causando serios problemas a las bodegas de la Ribeira Sacra. Estos cambios destapan potencias teóricas de consumo, siempre a la baja, que no tienen que ver con las necesidades reales de las instalaciones. Gas Natural Fenosa ofrece la posibilidad de incrementar kilovatios, pero son los clientes -en este caso las empresas vinícolas- los que deben costear los proyectos y la realización de las mejoras precisas. Alguna bodega de Sober tuvo que desembolsar por este concepto más de 100.000 euros.

Las modernas instalaciones de elaboración de vino tienen poco que ver con las antiguas bodegas. Hay sistemas de frío, bombas de trasiego, líneas de embotellado y otro tipo de equipos que requieren de una elevada potencia eléctrica para su funcionamiento en momentos puntuales. La puesta al día de los consumos no siempre resulta sencilla en el contexto en el que desarrollan su actividad las empresas del sector vinícola. «Non estamos en polígonos industriais, traballamos onde as ampliacións de potencia poden chegar a ter custes moi elevados», dice un elaborador.

Transformador propio

Una de las principales bodegas de la denominación, con sede en el municipio de Sober, tuvo que sufragar la instalación de su propio transformador y la ampliación de la línea de alta tensión en más de un kilómetro. Son obras que, según los técnicos consultados, no bajan en ningún caso de los 100.000 euros de presupuesto.

Al menos otras dos empresas vinícolas situadas en la parroquia de Doade, también en el municipios de Sober, tendrán que sufragar una ampliación de la red de alta tensión hasta sus respectivas instalaciones. «Se un empresario fai unha inversión na súa industria, o normal sería que as administracións garantisen que pode ampliar a potencia eléctrica sen ter que pagar a adecuación da rede», se queja un bodeguero.

Muchas bodegas se las apañaron hasta la fecha recurriendo en determinados momentos a la utilización de equipos generadores, con los que es posible aumentar la potencia de la corriente sin incrementar el voltaje. La ampliación de kilovatios plantea una doble problemática. No solo obliga a costear al destinatario la realización de mejoras en la red, también repercute directamente sobre el régimen fiscal de la empresa en el pago del IAE.

Los actuales equipos cortan el suministro si se producen excesos de consumo

Los desajustes entre las necesidades de consumo eléctrico y la potencia contratada se resolvían hasta ahora con facilidad. Cuando se producía un desfase de este tipo, habitual en la vendimia y en los meses posteriores por la actividad de la maquinaria, se pagaba una cantidad extra en el recibo. En períodos punta, la factura podía sobrepasar con facilidad los 1.000 euros. Con los contadores digitales, sin embargo, desaparece el denominado «maxímetro» y la posibilidad de superar los consumos contratados. En el momento en que los equipos tiran más de la potencia asignada, el suministro se interrumpe.

El problema tiene más notoriedad en Sober porque es el municipio con mayor número de bodegas. Muchas de ellas están inmersas actualmente en proyectos de ampliación. El alcalde, Luis Fernández Guitián, dice que ningún empresario le trasladó quejas por este motivo, pero se brinda a colaborar en la medida de sus posibilidades. «Se alguén mo pide, non teño ningún problema en mediar ante Fenosa para conseguir a mellor solución», señala.

Guitián destaca los proyectos de reelectrificación que se llevaron a cabo en los últimos años, que tendrán continuidad próximamente en la parroquia de Bolmente. «Non hai unha industria leiteira con equipo de frío que teña problemas», afirma. Otras industrias del sector agrario sufrieron con anterioridad, según apunta desde los sindicatos agrarios, el mismo problema con el que tropiezan ahora las bodegas. Fue concretamente como consecuencia de la última reforma de la Lei do Solo aprobada por la Xunta de Galicia.