Los antiguos caneiros de Portomarín salen de nuevo a la luz

carlos rueda / francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

La bajada del nivel del embalse de Belesar deja al descubierto diversas construcciones históricas

02 oct 2017 . Actualizado a las 13:21 h.

La fuerte bajada de nivel del embalse de Belesar ha vuelto a sacar a la luz los vestigios del antiguo Portomarín, sepultado por las aguas desde 1963. Los peregrinos del Camino Francés y otros visitantes que pasan por la localidad estos días tienen ocasión de contemplar las huellas del antiguo modo de vida que caracterizó durante siglos a esta población que en tiempos estuvo repartida entre las dos márgenes del Miño. Entre los elementos que han quedado al descubierto destacan los restos de los antiguos caneiros o pesqueiras, las construcciones tradicionales que durante mucho tiempo se utilizaron para la pesca de la anguila, que fue la principal fuente de ingresos para muchos vecinos del antiguo Portomarín,

Los caneiros son una especie de canales en forma de uve, formados por dos muros construidos en su mayor parte con lajas de pizarra. En el punto de convergencia de estos muros se encuentra una construcción triangular llamada pía, que solía albergar una caseta donde se refugiaba el pescador durante la noche. De la pía salen dos estrechos canales en los que se colocaban redes de gran tamaño, amarradas a arcos elaborados con madera de laurel. La construcción y la reparación de estas estructuras se llevaba a cabo en los períodos de estiaje. Con las crecidas del otoño llegaba la temporada de pesca.

Viejos barrios

El descenso de las aguas también ha puesto al descubierto otros restos en los antiguos barrios de San Xoán -también llamado San Nicolao- y San Pedro, situados respectivamente en la margen derecha e izquierda del Miño. El Ayuntamiento de Portomarín instaló una serie de paneles informativos con textos y antiguas fotografías que permiten hacerse una idea de cómo era la villa antes de su anegamiento.

En el primero de los mencionados barrios se encontraba el paseo del Malecón, zona de paseo y esparcimiento de los antiguos vecinos de Portomarín. Por esta orilla, justo al borde el río, pasaba la carretera comarcal sobre un sólido muro de contención que se puede ver estos días. En esta margen, un panel informativo señala el lugar donde se encontraba originalmente la capilla de As Neves, una de las construcciones históricas del viejo Portomarín que se salvó de las aguas al ser trasladada piedra a piedra hasta su nuevo emplazamiento, a la entrada de la actual villa. Lo mismo ocurrió con la monumental iglesia de San Xoán, que daba su nombre al barrio. Algunos historiadores suponen que fue construida por un grupo de discípulos del célebre maestro Mateo que se instaló en estas tierras cuando terminó la construcción del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago, entre 1210 y 1230. En las cercanías de la primitva ubicación de la iglesia se hallaba un palco de música que se mantuvo en su lugar original y fue tragado por el embalse. Con la bajada de las aguas, ahora es posible ver sus restos.

Casas y molinos

En el nuevo Portomarín se encuentra también la iglesia de San Pedro, que fue igualmente trasladada de lugar. En los terrenos del barrio al que dio nombre, en la margen izquierda del río, pueden contemplarse estos días los restos de diversas viviendas y molinos. También han salido a la luz los vestigios de dos viejos puentes que han quedado sepultados en el lodo que se fue depositando en el fondo del embalse.

Entre las orillas se tendía el viejo puente que quedó sumergido por embalse y que ahora reaparece al pie del nuevo, de unas dimensiones lógicamente mucho mayores. Mucho más antiguo es el puente primitivo -de probable origen romano- que en el año 1112 fue destruido por orden de la reina Urraca, según diversos testimonios históricos, para impedir el paso de las tropas de su marido Alfonso el Batallador. El puente sería reconstruido posteriormente por mandato de la misma reina y durante siglos fue uno de los principales pasos del curso medio del Miño. Hoy solo queda de él una parte de uno de sus arcos en el centro del cauce. Cuando vuelvan a subir las aguas del embalse, este singular monumento desaparecerá otra vez de la vista.