Récord de crianza, y de precio, en un vino de Ribeira Sacra

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

El bodeguero, José María Prieto, en una cata de viejas añadas de sus diferentes marcas
El bodeguero, José María Prieto, en una cata de viejas añadas de sus diferentes marcas CARLOS CORTÉS

Régoa Iria fue presentado en Fevino y saldrá al mercado a 180 euros la botella después de once años de afinado en bodega

02 may 2023 . Actualizado a las 18:35 h.

¿Un mencía con once años de crianza? Sí, en Ribeira Sacra se puede. La primera añada de Iria saldrá este otoño al mercado tras una larga espera. ¡Y tanto! El vino que comercializará a partir de octubre Adega Régoa es de la cosecha del 2008. Distribuidores y sumilleres llevan años apremiando a José María Prieto para que saque su nueva marca. «Está en su punto y si esperas más se echará a perder», oía decir una cata tras otra. Pero Iria 2008 no solo no ha caído, sino que sigue en curva ascendente. Pudieron comprobarlo quienes acudieron a su presentación el pasado martes en el salón Fevino de Ferrol. «Está más redondo, ganó matices y la madera acabó de integrarse. La barrica es imperceptible, predomina la fruta», dice el bodeguero.

En muchos aspectos, Prieto es un personaje atípico en la Ribeira Sacra. Médico de profesión, se armó de paciencia cuando su bodega era solo una idea hasta reunir once hectáreas de viñedo en una pieza en el corazón de Amandi. Todos los tintos de Régoa se elaboran con uva propia y por ello en la cosecha del 2018 no comercializó marca alguna. Pedrisco y mildiu se cebaron con sus viñas y no recurrió a otros proveedores para no desvirtuar el perfil de los vinos. Aún hay otra peculiaridad: todos, del primero al último, pasan un tiempo en barrica.

La marca top de Régoa no iba a ser una excepción. Iria 2008 permaneció catorce meses en barricas nuevas de roble francés de trescientos litros. Terminada la crianza en madera, pasó a botella para completar su afinado. Fueron necesarios diez años de reposo y catas de seguimiento cada tres meses para que Prieto decidiese que el vino -90% mencía y 10% brancellao- podía salir de la bodega. «Estaba convencido de su recorrido, cada año mejoraba un poco más. Nunca tuve dudas y los comentarios en la presentación en Fevino me dicen que acerté», explica.

Jugar a ser adivinos

Muchas bodegas gallegas comercializan sus vinos un punto crudos para no repercutir en el cliente los gastos del tiempo de inmovilizado. El restaurador, el dueño de la vinoteca o el comprador en su casa deciden en qué momento deben descorchar las botellas con más garantías. Régoa no está por esa fórmula. «El público no tiene por qué hacer proyecciones de futuro con un vino», dice Prieto. En el caso de Iria 2008, no había un período de crianza estipulado. Salió cuando tenía que salir. «No hay una receta. Podía haber estado más o menos tiempo. Hay que catar hasta ver que la madera está suficientemente integrada», señala el bodeguero.

Iria 2008 no solo bate récords en cuanto al período de crianza. También será el vino más caro comercializado con la contraetiqueta de Ribeira Sacra y posiblemente el más caro de Galicia. Cada una de las 1.500 botellas se venderá a 180 euros en tienda. La cosecha del 2009 de Iria también saldrá al mercado en su momento tras un período de crianza similar. Pero no es una marca que vaya a asomar en cada añada. «No se hizo todos los años porque era inasumible económicamente. En Ribeira Sacra aún se juega con desventaja. Si dices que un vino puede aguantar tantos años casi nadie te va a creer», apunta Prieto.

Suelos pobres y sin abonar

Su reivindicación del potencial de guarda de la mencía viene de lejos. Prieto lo defendía en los inicios de esta denominación de origen, cuando Ribeira Sacra era sinónimo exclusivo de vinos del año. Los técnicos veían entonces con desdén las experiencias que iban en otra dirección. «El consejo regulador nunca lo vio claro y en Leiro decían lo que decían», reflexiona el bodeguero. Desde su punto de vista, el futuro de Ribeira Sacra pasa necesariamente por la elaboración de vinos con otras aspiraciones. «No podemos competir en tintos jóvenes con nuestros costes de producción», opina el artífice de Iria. ¿Y el secreto de la longevidad de la nueva marca? No duda al responder: «Está en la viña, suelo pobre y sin abonar».