Las pruebas son obligatorias y el hospital no da abasto por el brote de Monforte
27 ago 2020 . Actualizado a las 10:02 h.Hay un antes y un después del coronavirus. La pandemia impone en el día a día la denominada nueva normalidad a la que tampoco podrá sustraerse este año la vendimia. La cosecha se presenta madrugadora tras un verano con récord de máximas, pero las directrices de la Xunta de Galicia sobre la recogida de la uva se demoraron hasta el pasado viernes. A pocos días del inicio de la primera vendimia prevista en Ribeira Sacra, trascendió la obligatoriedad de que los trabajadores contratados pasen test previos para descartar contagios. Sobre el papel, deben dirigirse a los centros del Sergas para realizarlos. En la práctica, sin embargo, el brote detectado en Monforte acapara ese tipo de pruebas en el hospital comarcal.
La Xunta comunicó a finales de la pasada semana a los consejos reguladores que las bodegas deben poner a disposición de las autoridades sanitarias los datos de los trabajadores que contratarán de forma temporal para recoger la uva. Todos tienen que realizar test previos que acrediten que están libres de coronavirus para poder participar en las labores de recogida de la uva. Las pruebas, según esa comunicación, se harán en los hospitales de las áreas sanitarias de referencia en las que se encuentren situadas las explotaciones vitivinícolas.
Retraso obligado
Las bodegas de Ribeira Sacra que tenían previsto adelantar a esta semana el inicio de la recolección de la uva no lo tienen fácil para cumplir las directrices sanitarias frente a la pandemia. Debido al brote de Monforte, en el hospital comarcal se están realizando una media de cien PCR diarias entre contactos de personas que dieron positivo. Las clínicas privadas también llevan a cabo estos días un elevado número de pruebas de detección del coronavirus y la confirmación de los resultados se demora como consecuencia de esa demanda.
Algunos establecimientos de hostelería que optaron en las últimas jornadas por recurrir a centros particulares para los test del personal tuvieron que enviar a sus empleados fuera de Monforte para realizarlos. En el consejo municipal de salud celebrado el pasado lunes, el alcalde desveló que, según la información que le hizo llegar el Sergas, entre el 16 y el 23 de agosto se realizaron en el hospital de Monforte 635 pruebas PCR. Entre ayer y hoy estaba previsto un cribado masivo entre los trabajadores del sector de hostelería.
Adega Algueira tenía programado para este martes el arranque de la campaña. La bodega de Doade iba a iniciar la recogida de la variedad merenzao, uva tinta de maduración más precoz que la mencía. En principio, esa primera vendimia quedó aplazada hasta finales de semana. «No todos los trabajadores pudieron hacer los test a tiempo para el martes. Nos informaron de que los haría el Sergas, pero tal y como están las cosas no es nada sencillo», explica Fernando González. Los contactos con positivos tienen, de momento, prioridad sobre la vendimia. ¿Solución? «Empezamos este jueves. Los test tuvieron que hacerse en la privada», dice el bodeguero.
Un gasto añadido
La realización de las pruebas en clínicas privadas supone un gasto añadido para las bodegas en un momento en el que deben realizar nuevos desembolsos sin haber podido despachar la mayor parte de las existencias de la pasada cosecha. Si se diera algún caso en el que sean los trabajadores los que costeen el importe de la prueba, supondría la renuncia al sueldo de una jornada de trabajo en el mejor de los casos. El salario de los vendimiadores venía siendo de entre cincuenta y sesenta euros para los que cortan la uva, y de unos cien para los que cargan las cajas de uvas. La comida corre en ambos casos a cargo de las bodegas que los contratan.
Una demora de cinco días no es una cuestión menor cuando está en juego la vendimia. En las actuales condiciones meteorológicas, con tiempo soleado y máximas por encima de los treinta grados, la uva puede incrementar en ese tiempo el contenido de azúcares en el equivalente de más de un grado alcohólico. Y comercialmente, no es lo mismo un vino de 13 grados que otro que supere los catorce.
«Dependemos de la naturaleza, una vendimia no se puede parar», comenta Araceli Fernández, de Godeval, la bodega de Valdeorras que abrió este año la campaña en Galicia. En esa denominación de origen, la incertidumbre derivada de la actual situación sanitaria movió a varios bodegueros a contratar la vendimia a empresas de servicios.
Hay que llevar las tijeras de casa y evitar compartirlas
Antes de la comunicación de la Xunta sobre la obligatoriedad de realizar los test a los vendimiadores, el consejo regulador de Ribeira Sacra había remitido una circular a las bodegas de la denominación de origen con una serie de recomendaciones sanitarias. Entre ellas, que cada vendimiador lleve de casa sus propias tijeras para evitar que puedan ser compartidas. Otra advertencia apunta a la conveniencia de que haya un único trabajador por cada fila de cepas.
Las bodegas elaboraron en las últimas semanas sus propios protocolos para prevenir contagios. «Lo primordial es que en cada bancal haya un solo vendimiador. A la hora de mantener las distancias, la configuración del viñedo en bancales nos favorece. La viña es de los pocos sitios donde el riesgo de contagio es mínimo», dice José María Prieto, médico de atención primaria y propietario de la bodega Régoa, ubicada en la subzona de Amandi. También deberán evitarse las concentraciones, según apunta, a la llegada de la uva a la bodega.
El reparto de mascarillas entre los vendimiadores correrá a cargo de las bodegas que los contraten. En algunos casos, como Abadía da Cova, está previsto tomar la temperatura a los trabajadores todos los días antes del comienzo de la recogida.