El catamarán del Sil sufre el cierre de Monforte: de 53 a 5 viajeros de aforo
LEMOS
Es el que se enfrenta a las mayores restricciones por estar ubicado el embarcadero en ese municipio
14 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.En teoría, los recorridos del catamarán del Sil discurren por tierra de nadie. Más bien, por agua de nadie. No es fácil establecer fronteras territoriales cuando se navega por el embalse de Santo Estevo, que gestiona la compañía Iberdrola bajo la tutela administrativa de la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil. Pero lo cierto es que el pantalán en el que tiene su base la embarcación está situado dentro del municipio de Monforte. Y esa circunstancia, que muchos desconocen, le ha jugado una mala pasada. Desde el pasado día 7, cuando entraron en vigor los cierres perimetrales acordados por la Xunta, el aforo del catamarán del Sil pasó de 53 a solo cinco viajeros.
Las restricciones motivadas por la pandemia afectan desde entonces de forma desigual a las embarcaciones turísticas de la Diputación de Lugo. Desde el organismo provincial indican que el que tiene su base en el pueblo ribereño de Belesar, en la margen del Miño que pertenece al municipio de O Saviñao, tiene limitado su aforo en un 50%. El barco dispone de 31 plazas y por ello pueden viajar quince personas. Según confirmaron las mismas fuentes, en el del cañón del Sil, por el contrario, no pueden subir más de cinco.
Una vieja polémica
Al embarcadero en el que tiene su base esta última embarcación se le vinculó desde su apertura Doade, parroquia de Sober a la que pertenecen los viñedos en bancales limítrofes. De ahí la idea generalizada de que se encuentra ubicado en ese municipio, aunque en la fuente de piedra que se instaló hace más de veinte años frente al club náutico luce de forma inconfundible el escudo de Monforte.
El alcalde monfortino, José Tomé, presidente de la Diputación de Lugo, puso punto y final a la polémica al «normalizar» la señalización del embarcadero, que ahora tiene la denominación oficial de Ponte do Sil. Fue una decisión no exenta de polémica, cuya coherencia geográfica queda de manifiesto a raíz de los cierres perimetrales. Por estar ubicado su punto de partida y de llegada en el término municipal de Monforte, el catamarán del cañón del Sil sufre mayores restricciones que el del Miño en cuanto al volumen de viajeros.
Ni siquiera Doade se libra de la cascada de cierres por las limitaciones a la movilidad
Los barcos de la Diputación reanudaron su actividad en la Ribeira Sacra el pasado mes de junio, superada la emergencia sanitaria que echó por tierra la campaña de Semana Santa. Los catamaranes, cuyo funcionamiento se prolonga este año hasta diciembre, «son moi importantes para concellos como o de Monforte, que teñen embarcadoiro dentro do seu territorio, pero tamén para todos os demais que forman parte dese territorio», dijo entonces el presidente de la institución provincial, José Tomé.
Los cierres perimetrales de las principales ciudades gallegas, como consecuencia de la ola más reciente de coronavirus, echaron por tierra todos los planes. A raíz de la pandemia, explica Alexandra Seara, gerente del consorcio de la Ribeira Sacra, se acentuó una dependencia del turismo procedente de Galicia que ahora se ve frustrada. «Vincular a Monforte las restricciones en un catamarán no deja de ser absurdo, pero casi da igual porque aquí ya no viene nadie», señala un empresario del sector.
No solo Monforte se resiente de las restricciones a la movilidad. Los cierres se suceden en casas rurales y bodegas abiertas al enoturismo en toda la Ribeira Sacra. Hasta en Doade, población más cercana al embarcadero del catamarán del Sil, bajan la persiana los negocios turísticos.
La hostelería monfortina, cerrada desde el pasado día 7, no oculta su extrañeza por los diferentes raseros que aplica la Xunta. «Chantada está en nivel vermello dende hai días e cos bares abertos, e nós en nivel laranxa e sen poder traballar. Isto non se entende salvo que as decisións sexan políticas», dice el propietario de un restaurante.