La mayor sala que funcionó en la ciudad tenía un aforo de mil espectadores
13 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Las primeras muestras de cinematógrafo en Monforte tuvieron lugar en la planta baja del hotel Comercio, edificio levantado en el año 1905 en la plaza del Doctor Goyanes y recientemente rehabilitado. Estas primeras proyecciones, sin continuidad en el tiempo, estaban vinculadas a la sociedad Liceo Artístico y Armonía Monfortina, que se había trasladado a ese inmueble en el año 1909 después de que su sede del Malecón se viniera abajo como consecuencia de una crecida histórica del río Cabe. Entonces se comenzó a ofrecer de forma puntual alguna que otra sesión de cine en los bajos del hotel.
El Cine Moderno Barbagelata fue el primer local fijo. La familia que le dio nombre lo abrió en 1916. Un año después, aparecen en a prensa local los primeros anuncios que dan cuenta de las sesiones, que se desarrollaban inicialmente en un barracón de madera emplazado en el Campo de San Antonio. Tenía bancos para la entrada «general», que estaba en la parte delantera, inmediata a la pantalla, y sillas formando filas para los asientos de «preferencia». El piso era de tierra, un poco pisada y allanada para mayor comodidad del público asistente.
Además de cine, en el Barbagelata se ofrecía un espectáculo circense de leones amaestrados. Su dueño, antes que empresario, había sido domador de fieras. Las crónicas de la época atestiguan que eran unos leones «grandes, hermosos, pero viejos y reumáticos», que realizaban un entretenido número y amenizaban con sus rugidos las sesiones del cinematógrafo. Eran los tiempos del cine mudo y las películas eran «explicadas» por un empleado de la empresa que se desgañitaba en un afán profesional para hacerse entender.
Equívoco intencionado
A veces se equivocaba y podía pasar que cuando anunciaba «ahora van Ustedes a ver el paso del tren expreso de Madrid» apareciese en realidad en la pantalla la torre Eiffel. Entonces se armaba un griterío de mil demonios y la gente se divertía más que con la película. Los cronistas que se hacían eco de aquellas sesiones sugieren que posiblemente detrás de sus equívocos hubiese cierta intencionalidad.
En el año 1922 los Barbagelata consiguen la gestión de la sala de cine perteneciente a la sociedad Liceo Artístico Armonía Monfortina, que pasa a llamarse Liceo Artístico- Cine Barbagelata. Al mismo tiempo, seguían con la proyección en el barracón del Campo de San Antonio. En 1924 deciden dedicarse exclusivamente a la proyección de películas, anunciando la construcción de un nuevo escenario para teatro y varietés. La galería de animales y reptiles vivos se da por clausura definitivamente.
Bajo la administración de los Barbagelata, el Liceo Artístico anuncia ese año la compra de cuatrocientas butacas para su sala de espectáculos. Ya en 1927, la prensa local informa que las nuevas instalaciones que abrirá la familia Barbagelata, inmediatas al puente de hierro, aprovecharán material del barracón del Campo de San Antonio. Un apagón eléctrico general en la población retrasa por unos días la apertura, que estaba prevista para noviembre. El antiguo barracón había sido clausurado dos meses antes, tras diez años de actividad, pero las proyecciones de mantuvieron ene se intervalo en la sala de la sociedad Liceo Artístico.
El cine del Liceo Artístico no desaparece ni con la apertura del nuevo cine Moderno Barbagelata que funcionaba en la actual avenida de Galicia. También sobrevive a la disolución de esa sociedad recreativa. Por medio de subasta, se adjudica el arrendamiento del salón de espectáculos, entre los seis pliegos presentados, a Emilio Fernández y José Ibáñez Fernández. Obtienen el alquiler en febrero de 1928 y mantienen las proyecciones cinematográficas.
Eduardo Barbagelata Mucci fallece en agosto de 1930, pero sus hijos Eduardo y Jorge siguen al frente del negocio. En diciembre de 1932, inauguraron una nueva máquina de proyección, con la película Mamá de Catalina Barcena. En abril de 1934, las empresas del Teatro Principal -que también proyectaba películas- y el Cine Moderno Barbagelata deciden asociarse. La nueva empresa no altera el precio de las entradas y los salones siguen abiertos al público de la misma forma.
La fusión perseguía reducir gastos y acabar con la competencia por la adquisición de material cinematográfico. Para tener prioridad en la proyección de las mejores películas, venían pagando unas cifras muy elevadas a las distribuidoras. Fue un 22 de abril de 1934 cuando comenzaron a operar de forma conjunta. Al final de esta década, en concreto, en el año 1949, el cine de los Barbagelata, cierra definitivamente, sus puertas. En agosto de 1954, todavía se ponía a la venta aparato de cine completo marca Zeiss Ikon,
Pedro Pérez abrió el Capitol y tuvo a su cargo las salas del Teatro Lemos y La Fraternal
Los orígenes del Cine Teatro Principal se deben a Emilio Fernández Moreiras, médico y empresario local. En el año 1902 levanta el salón de espectáculos Teatro Principal. Las noticias más antiguas sobre las proyecciones de cine en el Teatro Principal se remontan a los años veinte del siglo pasado. Su actividad se prolongó hasta su desaparición en la década de los cuarenta. Fueron veinte años en los que ofreció las mejores películas y estrenos cinematográficos de la época. En el año 1945 el inmueble sufre un incendio que marca su fin. Casimiro López, Emilio Fernández Culles o Isaac Fraga son de los empresarios que gestionaron el Teatro Principal.
El propietario original del Cine Apolo, Amador Vázquez Silvela, lo inaugura el 14 de agosto de 1928 en el bajo de un inmueble situado en la Carretera Nueva, como se denominada la actual calle Leopoldo Calvo Sotelo. Posteriormente, se hace cargo de su gestión José de Cabo Pérez, Estuvo abierto hasta el año 1931 en el número 188 de la calle mencionada
Pedro Pérez Pérez compra un solar y construye en 1948 en la calle Cardenal el cine Capitol. En marzo de 1949, la delegación de Industria lo autoriza y funcionará hasta el año 1980. En el año 1947, por otro lado, se proyecta la primera película en el Teatro Lemos. Sustituye, de alguna manera, al Teatro Principal, que había ardido dos años antes. El Teatro Lemos mantuvo su actividad hasta 1998. Contaba con un aforo para mil espectadores, incluido el «gallinero», y con un gran escenario para representaciones teatrales. También fue propiedad de Pedro Pérez.
Las obras de la nueva sede de la Sociedad La Fraternal comienzan tras la compra del terreno en el año 1946. El solar contiguo se vende a Pedro Pérez que levanta el cine La Fraternal. Mediante esta operación, la sociedad pudo sufragar los gastos preliminares a las obras. A comienzos de los cincuenta se inaugura las nuevas instalaciones del cine Fraternal, que viene a ser la continuidad al primer cine del barrio de A Estación, el Apolo.