Los navegadores atascan a los camioneros en una aldea de A Pobra do Brollón
21 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Las casas de Abrence se amontonan en una ladera de pendiente suave, a 12 kilómetros de Monforte y junto a la carretera N-120. Los accesos para llegar a ella son estrechos e irregulares, pero por alguna razón hay dispositivos de navegación por carretera que recomiendan desviarse por Abrence a los conductores que circulan por la N-120. También a los que conducen camiones de gran tamaño. Y para los camioneros Abrence es una trampa de la que cuesta salir.
Borja Macía vive habitualmente en Bilbao, pero su familia es originaria de Abrence y tiene casa allí, así que todos los años pasa temporadas en esta aldea de A Pobra do Brollón. Este verano llegó hace dos semanas y ya ha visto cuatro camiones atascados en Abrence. El primero, la semana pasada, los otros tres este martes. El de la semana pasada se lo encontró justo antes de la primera casa del pueblo: «Le dije que no siguiese, que no iba a poder pasar, así que dio marcha atrás hasta llegar a un cruce en el que pudo maniobrar, aunque con muchas dificultades». El primero de los de ayer tuvo menos suerte, porque no se cruzó con nadie que pudiese avisarlo y atravesó el pueblo. El tercero y el cuarto se encontraron en el pueblo, uno entrando y el otro tratando de salir.
Camiones como estos tienen en Abrence el espacio justo para pasar entre las casas del pueblo. Si van muy despacio y tienen suerte, pueden superar el trance por centímetros y no provocar ningún destrozo, pero después se encuentran con varios caminos que no permiten salir de nuevo a la N-120, así que no les queda más remedio que dar la vuelta. Y para esa maniobra sí que no hay sitio. Cada camionero resuelve la papeleta como puede. Uno de los de ayer tuvo que atravesar un prado y arrancó el cierre de una finca dando marcha atrás.
Hay dos casas que lucen pequeñas cicatrices en fachadas y tejados, roturas en balcones, canalones y tejados provocados por los camiones que se ven embutidos en el camino que cruza el pueblo. Ni siquiera se libran del todo los camioneros que tienen suerte y se encuentran con alguien que los avisa o sospechan que van mal justo antes de meterse en lo peor. En el cruce situado unos metros antes de la entrada del pueblo se apreciaba ayer por la mañana el rastro que dejó uno de los últimos camiones que dieron la vuelta allí. El poste de un cierre de una finca arrancado, un muro de otra medio derribado y el soporte de un extintor de camión, con el extintor dentro, tirado en una cuneta.
Algunos vecinos aseguran que en realidad el principal problema no es que los camioneros se pierdan, sino que se meten a propósito. Abrence es el camino más corto para salir a la carretera N-120 desde un paraje de la vecina parroquia de Liñares, también en el municipio de A Pobra do Brollón, en el que desde hace semana están haciendo una tala masiva de pinos. Los compradores de la madera la sacan de allí en camiones y si mandan a los conductores por la ruta más corta, esa es la de Abrence.
De Quiroga a Portugal
Borja Macía no sabe si alguno de los camioneros perdidos va en realidad engañado por alguien que le dice que ese es el mejor camino, pero asegura que los dos a los que ayudó a salir del embrollo desde la semana pasada le echaban la culpa al GPS. El de este martes, cuenta este vecino, venía de Quiroga e iba en dirección a Portugal.
En cualquier caso, la causa de tanto camión perdido no está clara. Es obvio que una ruta larga a través de la N-120, que empieza en Logroño y termina en Vigo, no hace necesario desviarse por Abrence. La carretera nunca pasó por allí, ni ha habido obras recientes que obligasen a tomar esa salida para volver después a la ruta principal una vez superada. A los vecinos solo se les ocurre que quizás los navegadores se equivoquen en los casos en los que los conductores paran a repostar en la estación de servicio situada en la N-120 en el mismo tramo que pasa por Abrence. Para entrar y salir de ella hay que circular unos cientos de metros por una vía de servicio que termina en una rotonda que permite tomar la salida de Abrence. En todo caso, nadie sabe cómo resolver el problema y algunos en Abrence bromean medio en serio medio en broma con la posibilidad de colocar un letrero antes de la entrada del pueblo que diga «aquí no hagan caso del GPS».