Sin rastro de boletus y níscalos por la sequía en los bosques de la Ribeira Sacra

LEMOS





Los micólogos aguardan por las lluvias para compensar uno de los arranques de campaña más flojos que se recuerdan
11 oct 2022 . Actualizado a las 09:48 h.La drástica sequía que afecta a Galicia presagiaba que la temporada micológica no sería este año para hinchar pecho. Los peores pronósticos se están cumpliendo en la Ribeira Sacra lucense, y muy especialmente en la comarca de Monforte, donde pocas veces se vieron tan pocas setas a estas alturas del otoño. Las mediciones de MeteoGalicia ponen de manifiesto que las lluvias que descargaron ocasionalmente en septiembre fueron, por lo que respecta a esa zona, menos intensas que en el resto de Galicia. Los suelos están secos y compactos incluso en los bosques que suelen guardar mayor frescura. Así las cosas, no hay rastro por ahora de níscalos y boletus.
«Está todo seco e co que choveu hoxe [por ayer] non da para moito. Para que poidan rebentar as setas que son propias deste tempo terá que vir máis auga», dice Carlos Pérez, presidente de la asociación micológica Os Lactouros y propietario de una tienda de productos de cercanía en la plaza de abastos de Monforte. Terras de María Castaña, que es como se llama su negocio, solía poner a la venta por estas fechas un amplio muestrario de variedades de setas recogidas en el sur lucense. «Por aquí aínda non hai nada. Conséguese algo da zona de Pontevedra e o que ven de fóra de Galicia, pero está todo a prezos moi altos», explica.
Septiembre, para los aficionados a la micología, fue un mes perdido. Carlos Pérez confía en que la lluvia permita salvar algo de la campaña en la comarca de Monforte antes de que lleguen las heladas nocturnas. «Digo eu que terá que chover. Se non, vai ser un problema moi gordo. E non só porque non haxa setas», apunta este micólogo. De momento, las Xornadas Micológicas de Os Lactouros tienen fecha. Está previsto que se desarrollen entre los días 24 y 26 del próximo mes de noviembre.
Bastones que no se clavan
En los lugares más frescos, sobre todo en zonas próximas a los cauces de ríos y arroyos, la humedad del suelo propició la eclosión de cerrotas, champiñones y senderuelas, por citar algunas de las setas más buscadas por los aficionados, pero en cantidades muy inferiores a lo que debería ser habitual. Los micólogos consultados coinciden en indicar que la persistencia de la sequía ha alterado el ecosistema en los bosques. Bajo las hojas de los robles y las agujas de los pinos, terrenos propicios para que broten los hongos, el suelo está tan seco que cuesta clavar los bastones de senderismo.
Ni siquiera las masas de arboleda situadas en las cotas más altas se libran este otoño del problema de la falta de agua. «No Courel comezan a verse algúns fungos nas devesas máis húmidas. A temperatura está sendo moi boa para que saian, pero está todo demasiado seco», dice el biólogo Guillermo Díaz, experto conocedor de esa montaña lucense.
Aficionados de otras provincias gallegas cuelgan estos días en las redes sociales las fotos de los primeros ejemplares de boletus de la campaña. Son la envidia de los micólogos del sur lucense, que en muchos casos se desplazan a otros lugares más favorecidos por las últimas precipitaciones para probar suerte. Salvo la popular y buscada cerrota, que eclosionó con cierta intensidad en zonas como Quiroga, las setas más cotizadas se demoran por estos pagos. Si descargan las lluvias y se mantienen las temperaturas suaves, todavía se podrá compensar el mal arranque de la temporada micológica.
«La lluvia que acaba de descargar no viene mal, pero me parece poca al menos en esta zona. Hace falta más agua y que se retrasen las heladas, de lo contrario se va a perder lo fuerte de la campaña. No se trata solo de que haya setas, para todo hace falta compensar una sequía tan larga», observa Ramón Díaz, expresidente de la asociación monfortina Os Lactouros. Aunque hay variedades de cantarelas o de tricholoma muy apreciadas que asoman en pleno período invernal, es ahora cuando deberían brotar mayor número de setas. «Las pocas que salen aparecen en orillas y cunetas, que es donde encuentran un mínimo de humedad», señala Díaz.
La ausencia de lluvias ya arruinó lo mejor de la temporada a los aficionados a la micología en el sur lucense al menos en dos ocasiones en las dos últimas décadas. Os Lactouros se lamentaban en noviembre del 2011 de la ausencia de setas. Pero el otoño del 2017 aún fue peor. Por aquel entonces, no daban reunido ejemplares para la habitual exposición de sus jornadas micológicas. Desde el punto de vista de Ramón Díaz, sin embargo, 2022 va camino de batir todos los récords. «En otras partes de Galicia aún llovió algo, pero aquí está siendo un año atípico de todo», sostiene Ramón Díaz.
La barrera natural de O Faro
Los datos que recoge el informe de MeteoGalicia correspondiente al pasado mes de septiembre apuntan en esa dirección. Entre los días 4 y 7, coincidiendo con las precipitaciones más intensas, en zonas costeras de A Coruña y Pontevedra se registraron más de cien litros por metro cuadrado. Amplias áreas del interior de Lugo y de la provincia de Ourense, por el contrario, «apenas se viron afectadas polas precipitacións». En la estación meteorológica de Monforte se contabilizaron ocho días de lluvia en septiembre y la cantidad más alta recogida fueron 25 litros por metro cuadrado el día 29. Esa misma jornada cayeron 45 litros en Sarria y 95 en el alto de O Faro, en Chantada, barrera natural frente a las borrascas en el sur lucense.
Del lado de Rodeiro, en la provincia de Pontevedra, las condiciones son algo mejores y al menos la cerrota eclosiona con algo de normalidad. El micólogo chantadino Jesús Ortega Carrasco pudo comprobarlo estos días en una ruta por el Camino de Invierno. «Si viene agua y se mantienen esta temperaturas, aún habrá setas. El año está siendo muy especial y con esta sequía la protección que brinda al suelo la hojarasca sirve de poco», comenta. Y si anómala está siendo la meteorología, no menos lo son los precios que alcanzan algunas variedades de hongos. En distribución, hasta 40 euros el kilo la lengua de vaca, y entre 50 y 60 euros el Boletus edulis.