
El consejo regulador se reunirá con las bodegas que están fuera de la denominación de origen
30 nov 2023 . Actualizado a las 05:05 h.El impulso que experimentó el sector vitivinícola en la aún corta trayectoria de la denominación de origen Ribeira Sacra tiene pocos equivalentes. Hasta la fecha, garantizó la supervivencia de una viticultura dura y costosa que no hace tantos años parecía llamada a desaparecer. Pero la hoja de ruta que se marcó en sus comienzos el consejo regulador tropieza con turbulencias imprevistas en el mercado.
En un contexto generalizado de crisis en la venta de vinos tintos, al proyecto que se puso en marcha en 1991, entonces con la etiqueta provisional de Viño da Terra, probablemente le vendría bien una dosis de savia y caras nuevas. «El problema es que somos los que somos», resume Diego Rodríguez, tercera generación de la bodega don Bernardino.
Defensor de la clasificación de las mejores parcelas de Amandi, encarna un relevo generacional que no se pudo dar en muchas bodegas. Diego trabaja en todos sus proyectos dentro de la denominación de origen Ribeira Sacra. Otros que también andan entre los 40 y los 50 años —«xente moi nova» en el contexto demográfico de la Ribeira Sacra— elaboran vinos de mesa pese a tener sus bodegas ubicadas en el ámbito geográfico que ampara el consejo regulador.
«Ribeira Sacra es lo que es gracias a la denominación de origen, eso es indiscutible. Pero cambian los tiempos, el público y las modas. Hay una tendencia a vinos más naturales y deberíamos ir hacía ahí», opina María José Aira, hija de José Aira, fundador de la bodega de Rozavales San Mamed, que se dio de baja en el registro de Ribeira Sacra tras su jubilación.
Ella decidió poner en marcha un proyecto diferente junto a Antonio López, su pareja, y el polifacético locutor de radio Orlando Lumbreras. Se llama Adega Sernande y está en Pantón, en la parroquia de San Fiz de Cangas, acogida a la denominación de origen. Sus vinos, sin embargo, salen al mercado sin esa certificación. En el festival Rebel Wine, celebrado recientemente en A Coruña, obtuvieron el premio de los profesionales. «No vendemos defectos como virtudes —dice María José Aira—. Procuramos intervenir lo menos posible en la bodega, lo que no quiere decir que no hagamos vinos con limpidez».

Viene un nuevo etiquetado
La trazabilidad de la uva que utilizan en Adega Sernande está marcada. Son viñas alquiladas o en propiedad dentro del mapa de la denominación. Pero los vinos asumen mayores riesgos en lo enológico para imprimirles singularidad y evitar que sean clones. «No les colgamos etiquetas como ‘naturales' o ‘orgánicos'. Utilizamos levaduras propias, sulfitamos lo mínimo, no corregimos la acidez con tartárico y dejamos que los vinos se estabilicen en botella 18 meses antes de sacarlos al mercado», explica la bodeguera.
Su filosofía puede resumirse en pocas palabras: Ribeira Sacra no se puede encapsular en un tipo de vino estándar que se repita milimétricamente un año tras otro. «A diferencia de lo que sucede con cualquier alimento, en el etiquetado del vino no constan todos los ingredientes. Eso va a cambiar con la nueva normativa europea y creo que va a ser una gran oportunidad para vinos como los que acuden a nuestro festival», opina Judit Cabana, organizadora, con la sumiller Sonia Molero, del Rebel Wine.
Los tintos de Adega Sernande lo tienen difícil para obtener el sello de la denominación por los parámetros analíticos que se requieren para ello. Con los blancos, mejor ni pensarlo. Al fermentar el mosto con las pieles de la uva, adquieren la tonalidad anaranjada del orange wine. Un viejo sistema de elaboración, ahora de moda en ciertos círculos, que no contempla el reglamento del consejo regulador.
«A mi me gustaría que se integrase la mayor parte, pero no todos los que están fuera de la denominación van a poder entrar», advierte el presidente del consejo regulador, Antonio Lombardía. La puerta, en todo caso, no se cierra por completo. «Vamos a tener una reunión con la gente que está fuera. Es algo de lo que se habló y creo que hay que tener sensibilidad hacia esta cuestión. No todos van a estar en condiciones de entrar, pero es bueno hacer esta reflexión y ver qué piensa todo el mundo», avanza Lombardía.
Vinos como los que elabora Envínate, fuera de la denominación desde el 2019, podrían tener perfectamente el sello de Ribeira Sacra. Muchas de las bodegas que están dentro son partidarias de su regreso y así se lo han hecho saber al consejo regulador.
Envínate, bodega de gran proyección entre la crítica internacional tuvo problemas frecuentes para pasar la cata del consejo regulador mientras se sometió a su certificación. En el 2019, cuando tenía listo un pedido para Estados Unidos, uno de sus tintos de parcela fue descalificado. Y decidieron irse. El enólogo sarriano Alfonso Torrente, uno de los socios de este proyecto, ha manifestado en varias ocasiones su disposición a seguir formando parte de Ribeira Sacra si existe receptividad por parte del consejo regulador.
Dentro de la denominación de origen también hay bodegas, por otro lado, que abogan por revisar algunos aspectos de la normativa interna para dar cabida a vinos que ahora deben comercializar sin contraetiqueta y que tienen muy buena acogida en el mercado por su singularidad.

Más oferta que demanda
Oros vinos avalados por la crítica que salen actualmente sin el sello de Ribeira Sacra son los de Sílice o los de Fedellos do Couto, aunque en esta sociedad hubo discrepancias entre sus fundadores y dejó de elaborar en la bodega que utilizaba en Abeleda. El californiano afincado en Chantada Zach Elfman, por su parte, empezó en Ribeira Sacra y dejó la denominación en el 2017 con su proyecto Mission Wine. El exceso de burocracia fue una de las causas de su salida. «Una gran bodega tiene personal, yo estoy solo. En vendimia no puedo andar todo el día a vueltas con un aforo en bodega, discutiendo con el veedor si en un depósito hay 720 o 750 kilos de uva», comenta.
La otra razón de su marcha tiene que ver con el estilo de los vinos. «Aquí no se admite el vino tradicional de la zona, que mezclaba las distintas uvas de una viña: mencía, garnacha y alguna blanca. Del estilo de vinos idénticos que se fomenta ahora hay más oferta que demanda», apunta Elfman.