La poda avanza en las viñas de Ribeira Sacra sin contratos a la vista para la uva

LEMOS

Las bodegas revocan compromisos de compra por la bajada de ventas en los tintos
08 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La poda del viñedo pide una marcha larga en febrero. A estas alturas de invierno, cada vez queda menos tiempo para que la circulación de la savia convierta en contraproducentes los cortes que ahora se aplican en las vides. Los viticultores dan forma, tijera en mano, a una cosecha cargada de incertidumbre por los problemas de comercialización de los vinos tintos. A diferencia de lo que sucedía a estas alturas en otras campañas, los contratos para apalabrar la venta de la uva en la vendimia escasean. «O ano pasado houbo viñas que non se vendimaron e neste algunhas van quedar sen podar», aventura un viticultor de Sober.
Cosecheros de este municipio, y también de Chantada, Pantón o Quiroga, recibieron comunicaciones de las bodegas a las que abastecen de uva para que dispongan libremente de la producción en esta vendimia. Otros no tienen noticias de los contratos que solían haber firmado a estas alturas. Todo el mundo habla abiertamente del problema, pero nadie quiere que salga publicado su nombre. «Non vas pasar traballo e perder cartos —dice uno de los viticultores consultados— sen ter a seguridade de poder vender a uva».
Según un estudio de la Interprofesional del Vino de España, el coste de producir un kilo de uva no bajaría en Ribeira Sacra de 1,20 euros, incluida mano de obra y tratamientos. Es el precio que se paga por el kilo de mencía en la inmensa mayoría de los casos en las zonas de más calidad. Esta paradoja explica que hasta hace poco las mayores bodegas prefiriesen adquirir la materia prima antes que producirla en viñedo propio. La caída de las ventas de tinto, sin embargo, pone en entredicho el modelo que ha seguido hasta la fecha la denominación de origen.
No son oenegés
La problemática del sector vitícola en la Ribeira Sacra estuvo ausente hasta ahora del debate de las autonómicas. El BNG abre la veda en plena movilización de los agricultores y anuncia que convocará a viticultores y bodegueros en reuniones por separado para conocer de primera mano sus puntos de vista. «Non criticamos a ninguén, entendemos as problemáticas duns e doutros. As adegas non son oenegués, se non hai mercado para o viño non poden mercar uva», señala Rosana Prieto, responsable comarcal de la formación. La estrategia que siguieron hasta ahora los poderes públicos frente a esta situación consistió, desde su punto de vista, en «calar e que o tempo arranxe as cousas».
Los nacionalistas, según avanza su responsable comarcal, están dispuestos a reclamar en la Eurocámara que la Ribeira Sacra pueda beneficiarse de alguna línea de ayudas específica que atienda «á peculiaridade da súa viticultura e os altos custes de produción». La propuesta no es nueva y tuvo escaso éxito hasta la fecha. A finales del 2017, cuando se fraguaba la candidatura a patrimonio de la humanidad luego retirada, el consejo regulador solicitó a la Xunta que se concediesen ayudas de 1.200 euros al año por hectárea para el viñedo incluido en el ámbito del paisaje cultural de la Ribeira Sacra. El coste anual de esta propuesta habría sido de 1.200.000 euros de llevarse a la práctica.
Este tipo de incentivos se aplican en zonas que forman parte del mapa europeo de la viticultura extrema, caracterizada por el cultivo en bancales o laderas de fuerte pendiente. En España se conceden desde hace tiempo a los viticultores acogidos a las denominaciones de origen canarias. El gobierno de esa comunidad aprobó el pasado año la concesión de ayudas de hasta 2.500 euros por hectárea, con cargo a fondos europeos, en el caso de viñas con seguros agrarios.
Un esfuerzo económico para evitar el abandono de viñedo
La elevada media de edad de los viticultores y los condicionantes orográficos del cultivo hacen de la viticultura un sector extremadamente frágil en Ribeira Sacra. Las bodegas apuraron al máximo las posibilidades de compra de la uva la pasada vendimia —tercera mayor de la historia de la denominación de origen— con el propósito de evitar que la pérdida de ingresos de los cosecheros se tradujese en el abandono de viñedos. Pese a ese esfuerzo económico quedaron viñas sin vendimiar, una circunstancia que algunos asociaron a casos concretos de «excesos de producción».
Bodegas como Rectoral de Amandi, Dominio do Bibei o Regina Viarum dieron entrada el pasado año a un volumen de uva similar al de campañas anteriores, mientras otras reducían significativamente los contratos con los proveedores debido a la situación de las ventas. En el caso de Rectoral sus decisiones tienen una gran trascendencia para el conjunto de la denominación, ya que en una vendimia del volumen de la del 2023 puede procesar cerca de tres millones de kilos de uva. Las que se sitúan a continuación en cuanto a volumen no vinifican más de 300.000 kilos por vendimia. De momento, la firma del grupo Bodegas Gallegas decidió seguir recogiendo la uva a los viticultores más veteranos que figuran en su cartera de proveedores.
La evolución del mercado en los próximos meses será determinante para calibrar si las bodegas podrán repetir el esfuerzo de la última vendimia. El recurso a una destilación de crisis del vino excedente, medida aplicada en Rioja, llegó a barajarse en Ribeira Sacra sin que saliese finalmente adelante.