
Hace ya unos años que llegaste a Santander. Lo que iba a ser compartir piso un mes se convirtió en varios años llenos de sudor, entrenamientos, compartir vida y alguna que otra lágrima. Eres familia.
En estos últimos tiempos te he seguido con el mismo cariño deseando que el listón subiese y subiese, pero la fortuna no estuvo siempre de cara y las lesiones hicieron más daño del habitual. Hoy pones un punto y final, pero tu leyenda perdurará para siempre. La contaremos a hijos, nietos, sobrinos, Ponguitos... la contaran las Meigas, así como una gallega, hizo historia...
La vida nos puso en el camino, seguiremos caminando toda la vida juntas.
¡Enhorabuena por tanto, gracias por todo!