
La podredumbre detectada en los últimos días en vides situadas en zonas ribereñas del Miño en los municipios de Chantada y O Saviñao está apareciendo también en otras subzonas de la Ribeira Sacra. Los expertos creen que está provocada por una combinación de hongos que proliferan gracias a las extrañas condiciones meteorológicas de este verano, con temperaturas suaves y una alta humedad ambiental.
«Faría falta que baixasen as temperaturas moito ou que subisen de forma máis ou menos estable por riba dos 25 graos», explica Victoriano Pérez, del establecimiento especializado en tratamientos fitosanitarios. Solo este cambio en las temperaturas frenaría la proliferación de estos hongos, que actúan directamente sobre los racimos de uvas y acaban pudriéndolos.
Técnicos como Victoriano Pérez llevan ya tiempo atendiendo casos como los que están surgiendo estos días en Chantada y O Saviñao. Hay brotes similares en zonas productoras de vino como Amandi, en Sober; Vilachá de Salvadur, en A Pobra do Brollón; o Espasantes, en Pantón.
«Black rot» y mildiu
Todo apunta a que la causa está en una combinación de dos hongos distintos, el del denominado black rot, o podredumbre negra, y el del mildiu. La buena noticia es que tiene tratamiento. «Trátase dun problema que nesta zona se coñecen polo menos desde 1980, e que se pode tratar cunha combinación de produtos», asegura Victoriano Pérez. El tratamiento no regenera las vides afectadas, pero es capaz de parar la proliferación de estos hongos, que sin ningún control pueden extenderse en muy poco tiempo por superficies muy extensas.
Se confirman las estimaciones: 300.000 kilos perdidos por el granizo
El consejo regulador de la denominación de origen Ribeira Sacra confirma que la tormenta de granizo de la semana pasada provocó pérdidas que rondan los 300.000 kilos de uva, sobre todo en la parroquia de Amandi, pero no solo ahí. También han notificado pérdidas, aunque de menor cuantía que las de Amandi, propietarios de viñas de Doade. Pero el granizo no cayó solo en el territorio municipal de Sober, también se dejó notar al otro lado del cañón del Sil. También hay viñedos afectados en Cristosende, Lumiares y, en menor medida, A Abeleda, en el municipio ourensano de A Teixeira.
José Manuel Rodríguez, el presidente del consejo regulador, confirmaba también ayer que hay siete bodegas con viñas en Amandi que han perdido toda su producción. Sus responsables tendrán que decidir ahora si este año renuncian a elaborar vino o si tratan de comprar uva suficiente para hacerlo a pesar de todo. Y este, insistía ayer Rodríguez, es un aspecto que diferencia los efectos de esta granizada de la que arrasó parte de la cosecha en Doade en el 2016. La de hace dos años echó a perder más cantidad de uva ?400.000 kilos?, pero allí no hubo ninguna bodega que se quedase completamente sin uva.
Sin seguros
Tanto el consejo regulador de la denominación de origen como la Consellería de Medio Rural han hecho en los últimos años reiterados llamamientos a los viticultores para que aseguren sus cosechas. Pese a ello, algunos de los afectados por esta granizada no tenían concertado ningún seguro.