«Hay hijos que heredaron de sus padres la pasión por la Adoración Nocturna y vienen desde la ciudad»
MONFORTE DE LEMOS
José Manuel Villar, rector del Santuario de los Milagros y superior de los Paúles, analiza el centenario de este fervor religioso
01 dic 2019 . Actualizado a las 17:31 h.«Ya no es lo mismo que antes, pero los últimos sábados de cada mes tenemos grupos de 30 a 50 personas», dice José Manuel Villar. El rector del Santuario de los Milagros mira hacia atrás en el centenario de la Adoración Nocturna y, entre medias, se topa con la despoblación del rural como el punto de inflexión que cambió todo.
En su momento, los inicios de esta congregación supuso una explosión de peregrinaje. «Fue hasta los años 70. Después vino un parón y hasta un bajón», comenta Villar. El paulatino abandono de las aldeas del interior cambió la forma de entender la Adoración, que ahora ya no se hace a oscuras. «Tuvimos que adaptarla y hacerla vespertina», detalla. El efecto imán de las ciudades tuvo, en cierta parte, la culpa. Sin embargo, el sentimiento no llegó a perderse.
«Mucha de la gente que viene ahora de los núcleos más poblados son hijos que heredaron de sus padres o abuelos la pasión por la Adoración Nocturna», comenta Villar. El hecho de traspasar el acontecimiento a las tardes también tiene que ver con las distancias, pero por el volante. «Desde el año 2006 modificamos esa tradición por lo referente a la conducción, porque lo importante no es el momento y sí la adoración al Santísimo», dice.
Ese sentimiento de pertenencia es resumido por Villar en que «esto no es una parroquia, sino un lugar de culto». Para él es su segundo mandato como rector, tras una primera etapa entre los años 2006 y 2011, que retomó en el 2014.
La aparición de las mujeres
Villar recuerda que la Adoración Nocturna «empezó siendo cosa de hombres». No hay un explicación aparente, pero sí una fecha de cambio: el Concilio Vaticano II, a inicios de los 60. «Desde entonces, la asistencia fue mixta», comenta el rector. Y parece que la vía de supervivencia para mantener sus objetivos de difundir la fe. «Evangelización y caridad son nuestras dos palabras», explica.
El caso de Fernando
Fernando Fernández, responsable de la sección comarcal de la Adoración Nocturna Española, es uno de esos casos que absorbieron el sentimiento de sus progenitores. «Cuando era pequeño, venía con él desde la diez de la noche hasta primera hora de la mañana», cuenta. Vive en Ferrol, pero su mujer es de Baños de Molgas, donde residen los fines de semana.
«Yo canto en todas las misas que se celebran en el Santuario», dice con orgullo. Ahora, 37 personas conforman la agrupación que él dirige. Aspira a que, en un futuro y como antaño, vuelvan a ser más. «Hay gente que no es solo de los concellos cercanos. Yo vengo desde lejos y hay casos de compañeros que llegan desde Monforte», enumera.