
Gentes llegadas en tren de Lugo y Ourense llenaban los hospedajes
13 jun 2022 . Actualizado a las 18:37 h.Corrían los primeros años del siglo XVI cuando se comienza a levantar en el lugar de As Cortes —próximo al puente medieval y al barrio de Ramberde— un convento de monjes franciscanos bajo la advocación de San Antonio de Padua. Desde ese momento, la historia de este barrio de Monforte estuvo asociada al santo bajo cuya tutela se construyó el edificio religioso. Los monjes franciscanos estuvieron allí algo más de trescientos años, en los que fueron inculcando a las diferentes generaciones de vecinos una devoción especial por San Antonio. Cuando se ven forzados a abandonar su convento, allá por los años treinta del siglo XIX, la festividad de San Antonio formaba parte del ADN del barrio.
Esta impronta para nada se diluye con la marcha de los franciscanos. Las monjas del vecino convento de Santa Clara, igualmente de esa orden, contribuyeron a mantener el fervor religioso y la festividad de San Antonio. Desde mediados del siglo XIX fue ganando terreno el aspecto más lúdico de esa devoción, que con el tiempo derivó en el segundo festejo popular en importancia en Monforte después de las patronales. Durante las últimas décadas del siglo XIX, las crónicas dan cuenta de lo que ya significaban las fiestas de San Antonio no solamente para el barrio del mismo nombre, sino para toda la ciudad.
Algunas de esas noticias ponen de relieve que el poder de convocatoria de las fiestas de San Antonio en aquella época iba más allá de los municipios limítrofes. Desde las ciudades de Ourense y Lugo se reservaban habitaciones en hoteles y fondas de Monforte para disfrutar de esos festejos. «Acudirían muchas personas de Lugo ciudad y de la ciudad de las Burgas, pues al efecto se han pedido habitaciones a los principales hoteles y fondas», recoge una de estas crónicas. A raíz de la llegada del ferrocarril, las fiestas contaron cada vez con mayor presencia de visitantes.
Una crónica del año 1900 recrea el ambiente de la celebración en aquellos tiempos. Desde Betanzos habían llegado «globos y farolas de bonitos y caprichosas figuras», y en el Campo de San Antonio se levantaba un palco provisional para los músicos del regimiento de Isabel la Católica. Completaba la escena el alumbrado de «farolillos a la veneciana y dos arcos de 500 bujías cada uno, 50 gallardetes que le deja el ayuntamiento y otras 200 pedidas por la comisión de fiestas a Lugo».
El palco destinado a la actuación de la banda del regimiento militar estaba rodeado de un buen número de bancos y de una valla de alambre «a fin de evitar la proximidad de la gente a los músicos». La banda de música del regimiento de Isabel la Católica tenía mucha fama y por lo que parece su presencia, por otra parte algo habitual desde hacía años, constituía todo un acontecimiento local. «La banda de Isabel la Católica llegará a esta ciudad en el tren mixto de las cuatro y cuarenta y cinco minutos de la tarde del día 12 [de junio] permaneciendo en esta ciudad, hasta la una de la madrugada del día 14 en que saldrá en el tren mixto de esa hora, para la ciudad de Lugo con objeto de asistir a la procesión del Corpus», detalla esa crónica.
Músicos muy esperados
Los músicos llegaban en tren a Monforte y desfilaban interpretando parte de su repertorio a lo largo del trayecto desde la estación ferroviaria hasta el barrio de San Antonio. Muchos monfortinos y monfortinas los esperaban en el andén de la estación ferroviaria, acompañándolos durante el recorrido. «La notable agrupación artística visitó el ayuntamiento y sociedades de recreo. Seguida de numerosísimo público recorrió las calles de la población», relata el cronista.
Suelta de globos y una traca valenciana tras la verbena
En algunos aspectos, el programa de las fiestas de San Antonio de comienzos del pasado siglo no difería demasiado del actual. «A las doce del día de hoy, una gran salva de bombas y los acordes de la banda municipal monfortina recorriendo las calles de la población anunciarán el comienzo y sus más típicos festejos», informan las noticias de entonces. Las transformaciones urbanísticas no dan juego ahora, sin embargo, para la celebración de la comida campestre que tenía lugar en aquella época «a las tres de la tarde» en el actual escenario de la fiesta.
El broche final, por lo que parece, no desmerecía de la animación diurna. «A las diez de la noche, fantástica verbena, luciendo el citado campo una espléndida iluminación. Al final, fuegos de aire y plaza y multitud de globos grotescos se elevarán al espacio, cerrando este día una formidable traca valenciana», narra una crónica de lo acaecido el 12 de junio del año 1900, en vísperas de la festividad de San Antonio.
El día 13, dianas y alboradas al amanecer, y una regata de botes y de barcas en el río Cabe, a las cuatro de la tarde, seguida de una carrera de bicicletas. Por la noche tuvo lugar otra verbena, tildada de «extraordinaria» por el cronista, que al igual que la del día anterior remató con una sesión pirotécnica que le merece ese mismo calificativo.
Antes de la guerra
Aunque el convento de Santa Clara se remonta al siglo XVII, la iglesia que albergó durante décadas los oficios religiosos de la festividad de San Antonio abrió las puertas a su culto en el año 1928. Ocho años después, y una semana antes del alzamiento que desembocó en la Guerra Civil, este barrio honraba a su patrón ajeno a los duros tiempos que se avecinaban. «Ayer noche dieron comienzo las fiestas de San Antonio que, como todos los años se celebran en el barrio que lleva el nombre del citado santo. Hubo el folión acostumbrado que resultó animadísimo, prolongándose hasta primeras horas de la madrugada», reflejaba la prensa local en junio de 1936.
Las alboradas corrieron a cargo de la banda municipal monfortina —dirigida por la «prestigiosa batuta del notable compositor don José Braña»— y un grupo musical de gaitas del país. De doce a dos, se anunciaba un «gran paseo de moda por la calle del Cardenal» amenizado por la citada banda y por los gaiteiros que desde primera hora de la mañana alegraban calles que pronto vivirían tristes tiempos.