Vestigios del convento de San Antonio, dos siglos después de su destrucción

felipe aira

MONFORTE DE LEMOS

Bajorrelieve procedente del antiguo monasterio que se conserva en una capilla de la calle San Pedro
Bajorrelieve procedente del antiguo monasterio que se conserva en una capilla de la calle San Pedro ARCHIVO F. AIRA

Tallas religiosas y materiales de este monumento se pueden ven en iglesias y calles de Monforte

13 feb 2023 . Actualizado a las 18:26 h.

El Convento de San Antonio de Padua de Monforte de Lemos fue fundado por la Orden Franciscana de la Regular Observancia en 1501. Formaba parte de la provincia franciscana de Santiago y su ubicó en el coto de As Cortes, como se denominaba entonces al Campo de San Antonio. Ese fue el lugar elegido por Rodrigo Enríquez de Castro, segundo conde de Lemos, para levantarlo. Los benedictinos protestaron airadamente por la ubicación y pleitearon con los condes por entender que era una propiedad del monasterio de San Vicente do Pino.

Pese a ello, el convento fue construido y llegó a tener más de cincuenta monjes en alguna época. En el interior de la iglesia estuvieron enterrados nobles como Rodrigo Enríquez de Castro, segundo conde de Lemos; su hija Beatriz de Castro, tercera condesa; Pedro de Castro, obispo de Salamanca y Cuenca; Antonio de Castro, caballero de Santiago; Teresa de la Cueva y Bobadilla, esposa del quinto conde de Lemos o Fernando Ruiz de Castro, el sexto conde y padre de Pedro Fernández de Castro el gran conde de Lemos, entre otros.

Entre las capillas del templo franciscano destacaba la que fundaron los Gaibor, relevante familia judeoconversa monfortina, donde se enterraron desde comienzos del siglo XVI destacados vecinos de este apellido descendientes de judíos. Allí recibieron sepultura Juan de Gaibor, tronco de los Gaibor bautizado «a edad avanzada», o su hijo Jorge de Gaibor, afamado mercader de la villa, de la que al igual que su padre fue regidor.

Lápida funeraria de Juan de Gaibor, importante familia de judeoconversos que tenía panteón en el desaparecido convento del Campo de San Antonio
Lápida funeraria de Juan de Gaibor, importante familia de judeoconversos que tenía panteón en el desaparecido convento del Campo de San Antonio No disponible

Pese a su posición económica y social, Jorge de Gaibor fue obligado a presentarse en 1539 ante los inquisidores para declarar en Valladolid por las acusaciones relacionadas con la leyenda del Cristo de los Azotes, similar a la del Cristo de la Colada. Las dos imágenes religiosas, que según la tradición popular habrían sufrido el escarnio de los judeoconversos, se conservaron con gran devoción en el monasterio monfortino hasta su abandono.

La invasión de los franceses a comienzos del XIX causó daños irreparables en el convento, El golpe definitivo llegó tras el Real Decreto de octubre de 1835 que ordenaba exclaustrar y proceder a la incautación de bienes de ciertos cenobios. Y se consumó con su derribo, iniciado en el año 1840. Una junta revolucionaria constituida a tal efecto autorizó la subasta de bienes y materiales del monasterio, cuyo rastro aún permanece en sillerías y columnas visibles en viviendas de Monforte. El administrador de los bienes del condado de Lemos nombrado por la Casa de Alba, en su calidad de heredera de ese título, supervisó la ventade los materiales.

Imagen del Cristo de la Colada, que salió de Monforte en el siglo XIX y que ahora se custodia en Sevilla
Imagen del Cristo de la Colada, que salió de Monforte en el siglo XIX y que ahora se custodia en Sevilla archivo F. Aira

El convento franciscano, como bien escribió Manuel Murguía, «pereció a manos bárbaras». Vendidos los restos del monasterio y deducidos los gastos «quedaron líquidos diez maravedíes». Muchas de las sepulturas de los condes y su familia o de las capillas de destacados vecinos acabaron sirviendo de comederos para el ganado. Retablos, imágenes y pinturas se repartieron por diferentes lugares de Monforte y alrededores, como las iglesias de A Régoa, Piñeira y Sindrán.

Capilla de Nuestra Señora del Rosario, hoy en la iglesia parroquial de Sindrán
Capilla de Nuestra Señora del Rosario, hoy en la iglesia parroquial de Sindrán ARCHIVO F. AIRA

Un relieve de la Quinta Angustia labrado en mármol, procedente del desaparecido convento, sirve hoy de dintel de la puerta de entrada a la capilla particular de San Pedro. La talla del Cristo de la Colada que hemos logrado localizar recientemente en Sevilla, también salió de allí, al igual que las columnas que sostienen galerías y balcones en el campo de San Antonio, la Compañía o Carude, las que se pueden ver en la finca de A Bastida o las que se conservan en el interior de una de las bodegas monumentales excavadas en el monte de Piñeira, y que en tiempos sujetaron el porche de la entrada.

También salieron del cenobio que existió en el Campo de San Antonio puertas con arcos dovelados y gran cantidad de piedra —en no pocas ocasiones con las marcas de canteros— que se reutilizaron para levantar casas de familias nobles durante el siglo XIX. Uno de estos arcos puede verse en una casa recientemente rehabilitada en el propio Campo de San Antonio.