Toros, fiestas en cada barrio y campeones de cerveza: Monforte en los años sesenta

gonzalo rodríguez MONFORTE

MONFORTE DE LEMOS

Concierto a beneficio del asilo organizado por la emisora local de Radio Nacional
Concierto a beneficio del asilo organizado por la emisora local de Radio Nacional GONZALO RODRIGUEZ

La Compañía albergaba entonces cuatro ferias mensuales y los pulpeiros aún se instalaban al pie del colegio del Cardenal

27 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Una y mil veces he oído decir a los más viejos del lugar que Monforte, allá por los años sesenta, vivió una década prodigiosa. Vale. Eran tiempos en los que yo empezaba a vestirme de largo y a salir a la calle para ir viendo, conociendo y practicando el quehacer diario. Monforte, cuyo epicentro es el monte de San Vicente y las calles que lo rodean, estaba compuesto por una docena de barrios con los cuales nos identificábamos. Había nombres de calles amañados que predominaban sobre el propio, como la Peña, Carreiriña, calle del Asilo, Montiño, calle de los Guardias, calle de las Vacas, Casas Baratas o calle de los Fogueteiros.

Cada barrio se distinguía de los otros. En Ramberde, por ejemplo, criaban vacas, cerdos, ovejas, conejos, gallinas y pollos en los bajos de sus casas, lo que les permitía tener despensa suficiente como para no tener que ir a la plaza de abastos durante días. Detrás de todas las casas de la margen izquierda, se prolongaba una gran extensión de terrenos llenos de huertas y prados que por entonces daban mucha vida.

En otro extremo de Monforte, el barrio de la Estación celebraba en esta década las fiestas del Carmen y llegó a tener una corrida de toros, así como un campeonato de bebedores de cerveza. El ganador, por cierto, fue el ferroviario Tirso, natural de la parroquia de Ribas Altas. Repleto de ferroviarios, el barrio de la Estación tenía cuatro carnicerías y una pescadería. Las amas de casa preparaban las comidas que, repartidas en fiambreras, llenaban la clásica cesta de los ferroviarios. Salían a diario de Monforte unos 150 de servicio en distintos trenes y tardaban en regresar un día o dos.

El cercano barrio de Rioseco mantenía en los bajos de una casa de la plazuela su local social, que contaba con frigorífico, televisión y mesas para distintos juegos. Durante todo el año, y a petición de algunos vecinos, acogía comidas y amenas sobremesas. El día santo de la Ascensión celebraban la llamada «fiesta del plato», donde todo el día se reunían invitando a familiares y amigos. Cada barrio tenía dos o tres vecinos voluntarios y cualificados que se encargaban de organizar las fiestas, los carnavales, las excursiones... Por aquel entonces había festejos en casi todos los barrios: San José, en el Morín; el Carmen, en la Estación; san Pedro, en la Peña; Santa Lucía, en Ramberde; Santiago, en las casas Val de Lemos; o las de San Xoán, en Os Chaos, además de las aún pujantes de San Antonio, en el barrio del mismo nombre, y San Lázaro, en Carude.

El Cardenal era ya la calle principal, lugar de paseo y reuniones. Los domingos y festivos, sobre todo por las tardes, estaba muy concurrida desde la esquina de los ultramarinos Valentín hasta el despacho de máquinas de escribir de la marca Hispano Olivetti. A la salida de los cines Capitol y Teatro Lemos, el lleno era total. Para no interrumpir la marcha, los jóvenes paseaban en pequeños grupos por las aceras. Los mayores, matrimonios y parejas de novios ya formales, iban por el medio de la calzada.

 

Un grupo de amigos en la zona de baños de Vilanova, muy frecuentada en la década de los sesenta
Un grupo de amigos en la zona de baños de Vilanova, muy frecuentada en la década de los sesenta GONZALO RODRIGUEZ

El tirón del río

En los meses de verano el Malecón era un lugar de esparcimiento para todos, a orillas del río, sentados sobre el petril o paseando desde el Molino del Caneiro hasta el puente viejo. Cuando la tele, ya en color, tomó posiciones en los hogares y en los bares con programas de buen humor como Un millón para el mejor, Noche de estrellas o el Un, dos, tres... responda otra vez, fue mermando aquel ambiente. También era muy frecuentada la ribera de Vilanova una fresca zona de recreo a la que acudían numerosas familias cargadas con empanadas a pasar el día. La gran presa del río permitía el buceo y hacer grandes largos. Cabe abajo, había recovecos de aguas tranquilas donde los niños aprendían a nadar.

Los días 6, 16, 24 y 30 de cada mes se celebraban las tradicionales ferias del mercado aún con el Campo de la Compañía como escenario. Al pie del colegio del Cardenal se exponían toda clase de animales domésticos, a los que les esperaba un futuro incierto. Los pulpeiros, temprano, empezaban a calentar el agua y montar las carpas. También quesos Galán y Juan de los Botes tenían su espacio marcado, junto a los puestos de artesanía con barreños, botijos, fuentes o platos. A la entrada a la Compañía estaba la churrería Canabal, con el transistor a todo volumen con el que su propietario daba la bienvenida a los clientes.

Casi todos los barrios tenían entonces su propio equipo y llegaron a formar una liga de diez. Al terminar el campeonato el Club Lemos fichaba a algunos jugadores de dieciocho años para cubrir las vacantes motivadas por la mili, por los estudios o por motivos particulares, llegando a formarse así un equipo totalmente de canteranos que llevábamos con orgullo el nombre de Monforte por toda Galicia y Asturias.

El Sporting Valle, uno de los equipos de barrio que abastecían de jugadores al Lemos en otros tiempos
El Sporting Valle, uno de los equipos de barrio que abastecían de jugadores al Lemos en otros tiempos GONZALO RODRIGUEZ

La reina de las patronales y sus damas de honor

 Las fiestas patronales de Monforte en la década de los sesenta se inauguraban con el desfile de carrozas presidido por la reina de los festejos y sus damas de honor, a la que seguía la comparsa de gigantes y cabezudos. La banda de la base americana de Torrejón de Ardoz y formaciones musicales venidas de Portugal se turnaban en agosto en los conciertos en la calle Cardenal. Los Mayorales, Nuevos Ranger's y Los Player's actuaban en el Jardín, la Compañía y en la avenida de Galicia. También la fanfarria de Bombeiros Voluntários da Feira, de Oporto, el conjunto regional Os Iris y grupos de gaitas gallegas recorrían a diario las calles. En estas fiestas también se celebraba primero la prueba de tiro al plato, y días más tarde el campeonato gallego de tiro de pichón, ambos en el campo de Los Escolapios. También se celebraba una gran carrera ciclista, con la participación de federaciones de Asturias, León y Galicia.

Las sociedades culturales y recreativas era donde se pasaban las horas de ocio: el Casino Ateneo, La Fraternal y El Círculo Victoria, ubicado en la calle Cardenal por entonces. En esta sociedad, la orquesta de turno se levantó a las tres de la mañana en el baile de un martes de carnaval. Los músicos bajaron las escaleras rumbo a la calle sin parar de tocar. Todos formamos una gran fila detrás de la orquesta, por el Cardenal hacia la esquina del Valentín, cantando y bailando La conga de Jalisco.