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Los otros tesoros de Montefurado

C. RUEDA / F. ALBO MONFORTE

QUIROGA

CARLOS RUEDA

PARAJES NATURALES Las médulas auríferas y una gruta artificial complementan el atractivo del gran túnel romano de la localidad La localidad de Montefurado, en el municipio de Quiroga, es conocida ante todo por el espectacular túnel excavado por los romanos en Pena do Corvo para explotar la riqueza aurífera del Sil. No obstante, desde el punto de vista histórico no son menos importantes las pequeñas médulas que dejaron en la zona las actividades mineras de la antigüedad. Muy cerca del túnel grande, además, se halla otra gruta artificial que generalmente pasa desapercibida y que aún está pendiente de estudios arqueológicos.

16 mar 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

La riqueza aurífera de la cuenca media del Sil fue explotada primitivamente mediante el bateo artesanal de sus placeres fluviales hasta que Galicia fue incorporada al Imperio Romano. La extracción del oro experimentó entonces una gran transformación debido a los complejos sistemas aplicados por los romanos, que en Montefurado adquirieron proporciones espectaculares. La mayoría de las explotaciones romanas del Sil eran del tipo llamado secundario, en el que se empleaba la fuerza hidráulica para erosionar y derruir los aluviones que guardaban el oro. La tierra arrastrada por el agua eran encauzada hasta los canales de lavado, donde el oro acababa por depositarse en el fondo gracias a un sistema de decantación. En Montefurado fue preciso desviar el cauce del Sil en un tramo de tres kilómetros para atacar los grandes aluviones auríferos de la zona, que fueron estriados y lavados complementamente mediante un sistema de canales. Terrazas Tras la explotación masiva del aluvión sólo quedaban cantos rodados sobre el terreno y algunos montículos a modo de médulas. El paso del tiempo ha convertido a las médulas de Montefurado en un espectacular y poco común paisaje en el que el verdor de la vegetación contrasta con el tono rojizo de los picachos y de las terrazas de los aluviones que quedaron en pie. Llaman la atención las viviendas situadas en los bordes de las terrazas de los aluviones, que prácticamente se encuentran colgadas del vacío.