Después de nueve mayorías absolutas consecutivas, deja la política para entregarse a la familia, a su finca y a su pasión: la cocina
23 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Pocos políticos podrán decir que se han presentado a las elecciones nueve veces consecutivas, que ganaron siempre, y que lo hicieron por mayoría absoluta. Julio Álvarez (Bilbao, 1957), alcalde de Quiroga (PP), lo hizo. Nadie podrá derrotarlo en las urnas porque ya no volverá a presentarse.
—¿Le ha costado mucho tomar esta decisión?
—Para aquellos políticos que viven muy bien tal vez les cueste más tomar una decisión como esta. Para los que estamos con vocación de servir a nuestros vecinos con compromiso, llega un momento en el que te das cuenta de que alguien debe tomar el relevo. Cuando trabajas tanto, no vives tan bien. Así que creo que ha llegado el momento de descansar. Todo tiene su fin. Me toca descansar.
—¿A qué se va a dedicar?
—Tengo una finca, tengo una huerta, tengo una gran familia con cuatro nietas... muchas cosas que hacer.
—Y, después de tantos años, ¿cree que se va a acostumbrar a no estar en el día a día del Concello?
—Hombre, dentro de la responsabilidad, uno también está deseando pasar a otro nivel de vida. Hay una vocación de servicio, pero otra vital. Voy a vivir una transición de estar completamente absorbido a estar en casa. Pero ya sabemos que la vida es así y que en algún momento hay que pasar a la reserva. Habrá que asumir esa transición.
—Seguro que más de uno le ha pedido el truco para conseguir nueve mayorías absolutas consecutivas.
—El truco... Le diré algo. Raro es el día que no estoy levantado a las seis de la mañana. Yo trabajé muchísimo, porque yo soy vocacional. Recuerdo un diputado que me decía que yo era muy constante. Hoy en día, de aquel diputado nada se sabe, pero yo sigo estando aquí. Tengo muchos defectos, pero soy muy trabajador. Y eso tiene un premio.
—¿Qué diría que ha sido lo más difícil de todos estos años?
—Seguramente algún sapo que me he tenido que tragar. Le habrá pasado a todos los políticos que no hemos vivido de la política. Es que yo con dedicación exclusiva solo estuve tres años. He sido enfermero y me jubilé de enfermero. Lo más difícil es tragar sapos de tu propia gente, a la que has ayudado y promocionado. Este mundo, el de la política, es un mundo complicado y, aunque con el tiempo puedes intuir por donde te van a venir, de los de casa no te lo esperas.
—¿Y de qué se siente más orgulloso?
—Yo creo que de Quiroga hice una pequeña ciudad. Aquí hay los mismos servicios que en Lugo. Aquí hay de todo: guardería, párking subterráneo, radio y televisión... Estamos a un nivel alto y se debe también al trabajo del equipo que he tenido.
—Todo eso no ha impedido una gran caída demográfica.
—Ese es un debate continuo. Todo el interior de España comparte este problema. Es un proceso imparable, con algunas excepciones. El ciudadano quiere otra vida. A medida que vamos mejorando, con las infraestructuras de comunicación por ejemplo, la gente se va antes.
—La feria del vino de Quiroga la ha pregonado gente muy mediática, desde Cela a Rocío Carrasco. ¿Con quién se divirtió más en todos estos años?
—También estuvieron Kiko Matamoros y Makoke. Y ya de aquellas ya veía yo medio mal rollo. Casi todos fueron majos, porque aquí vienen de vacaciones. Y les tratamos muy bien, así que me entiendo bien con todos. Si tuviera que decir alguien hablaría de Paz Padilla, que pasó aquí tres días. Es que es muy enrollada.
—A lo largo de su mandato desfilaron seis presidentes de la Xunta. ¿Con cuál se entendió mejor?
—Alberto Núñez Feijoo y yo somos amigos, aunque hace año y pico que anda con otros quehaceres. Y a Alfonso [Rueda] lo conocí cuando estaba en Nuevas Generaciones. Pero con quien más trabajé fue con don Manuel, que tenía un carácter duro pero... No tuve amistad, pero me gustó trabajar con él. Era serio y riguroso.
—¿Celta o Dépor?
—Depende del bar donde esté y con los que esté soy de un equipo o soy de otro. Yo de fútbol no entiendo casi nada.
—Ja, ja. Buena política.
—Claro, de ahí las mayorías absolutas.
—¿En qué le gusta pasar el tiempo libre?
—Me gusta la finca y la huerta y, en el verano, la pesca. En el mar, porque en el río soy un desastre.
—¿Le gusta cocinar?
—¡Hombre! En mi casa cocino yo. Las comidas navideñas las hago yo. Es mi primer hobby. Si naciera de nuevo me gustaría montar un pequeño restaurante de tres o cuatro mesas y cocina tradicional.
—¿Cómo diría que es usted en pocas palabras?
—No soy muy inteligente, pero soy constante. Tengo mucho carácter, pero si noto que mi carácter hace daño a los demás, lo sujeto. Y muy leal a mis amistades.
—¿Y su mejor momento del día?
—A las seis de la mañana, cuando bajo a hacerme el café, reviso el teléfono, hago la agenda. A partir de ahí ya es otra cosa.
—Dígame una canción.
—Amores se van marchando, de Mari Trini.
—¿Qué cree que es lo más importante en la vida?
—Medir los tiempos y no pensar que vas a vivir para siempre. Todo tiene su momento y cuando se viven hay que agarrarlos. No puedes seguir con 80 años peleando y machacándote.