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Ruedas de molino talladas a orillas del Sil

C. Rueda | F. Albo MONFORTE

SOBER

En el Cotarro das Rodas, en Sober, se conserva una cantera donde se fabricaban piedras para la molienda El paraje se halla a escasa distancia de varios conocidos miradores

29 jun 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

?n las cercanías de los miradores de Bolmente y Os Cotarros, en Sober, hay un curioso rincón de notable valor etnográfico que hasta ahora no ha sido objeto de señalización turística. Se trata de una antigua cantera artesanal, conocida como Cotarro das Rodas, donde antaño se extraían y se tallaban las piedras que serían utilizadas en los molinos de la zona. En el lugar es fácil ver los vestigios de esta actividad tradicional. Llegar a la cantera no es demasiado fácil debido a la falta de señales. Es posible ir desde los miradores de Bolmente, Cotarro 1 y Cotarro 2 caminando por el cortafuegos que une estos parajes. El recorrido es más fácil desde el Cotarro 2, que se halla a poco más de un kilómetro de la cantera. En el lugar aún se pueden ver algunas ruedas de molino que quedaron abandonadas hace unos sesenta años, cuando cesó la actividad de la cantera. Para transportar las piedras hasta su destino se contrataban carreteros que viajaban con su carros y bueyes hasta el pueblo de Mer la víspera del traslado. Allí pasaban la noche antes de emprender la trabajosa operación. Camilo Pereiro, un vecino de la aldea soberina de Froxán, es hijo y nieto de dos de los canteros que tallaban estas ruedas. Según recuerda, las piedras eran levantadas y posadas en los carros con unas grandes palancas de madera de treinta o cuarenta kilos. Las pesadas ruedas, a veces de hasta una tonelada, a menudo eran transportadas directamente en carro hasta el propio molino, si no se hallaba demasiado lejos. A veces el peso de las piedras era excesivo para el vehículo, que llegaba a sufrir roturas. En otras ocasiones era necesario recurrir también al ferrocaril, lo que sucedía cuando las piedras se destinaban a los molinos de la comarca de Sarria. En tal caso, se llevaban primero en carro hasta la estación de Canaval. Para arrancar, tallar y alisar las piedras se utilizaban diversas herramientas: palancas, picos, mazos o mandarrias, cuñas de hierro, picachones, rodos, reglas, compases, cinceles... Por este duro trabajo se podían obtener buenas ganancias, según indica Camilo Pereiro. Cada piedra terminada -los canteros podían fabricar hasta dos ruedas en una semana- proporcionaba unas 1.500 pesetas limpias. Teniendo en cuenta que en esa misma época un jornal se pagaba habitualmente a tres pesetas, no hay duda de que el beneficio podía compensar el gran esfuerzo requerido por esta ardua labor.