Consejos, ideas y una lista de imprescindibles para conseguir un fin de semana perfecto (y no morir en el intento)
Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Máster de Edición Periodística en la Ecuela de Medios de La Voz de Galicia. maria.vinas@lavoz.es
Ni estrípers ni boys. Ni Magaluf ni Benidorm. Ni Salou. Ni Gandía ni Marina d’Or. Ni diademas obscenas ni cualquier otro complemento o bochornoso disfraz -tolerancia cero con penes en la cabeza y muñecas hinchables-. Y no -ya no- a las barras libres, a la intoxicación etílica extrema, al vómito y al desmayo. Por fortuna, las despedidas de soltero/a han dejado de ser lo que eran, han progresado adecuadamente y hoy se entienden, se planean y se disfrutan más como una divertida y épica reunión de amigas/os que como un desmadre de aúpa. Lo que no ha cambiado, sin embargo, ha sido el nivel de dificultad de su planificación: un maldito rompecabezas para los que asumen la agotadora tarea. La colaboración brilla por su ausencia, las ideas originales escasean. Hay quien ha dejado incluso de hablarse tras tal titánica labor. Para minimizar este y otro tipo de males mayores hemos intentado reunir en una guía práctica propuestas e imprescindibles para un inolvidable adiós a la soltería.
1. Organízate
Hazte con una libreta -la clásica Moleskine de bolsillo, por ejemplo- o crea un documento en tu ordenador, móvil o tableta, y empieza a anotarlo todo. Todo. Elabora primero una lista de posibles asistentes -y sus respectivos números de teléfono- y ve descartando a quienes no puedan, o no quieran, unirse al plan. Abre un grupo de WhatsApp y siléncialo -repásalo solo cuando te venga bien o te volverás completamente loco-; después dibuja el calendario. Señala en él las alternativas de fechas, ponlas en común y fijad los días. Dos o tres. Más tiempo es demasiado: casi imposible logísticamente y difícil de asumir para el bolsillo. Y, por último, estableced un presupuesto aproximado (y un bote): os limitará las opciones y sabréis a qué ateneros. Tened en cuenta que el novio o la novia no paga nada. Nunca. Que debe viajar sin un solo euro en el bolsillo.
2. Elige destino inteligentemente
Ibiza, Mallorca, Tenerife, Barcelona, Granada y Madrid. Por supuesto, Gijón. También Salamanca y Sevilla. Y según la plataforma de alquiler de apartamentos Wimdu.es, un pequeño pueblo de Lanzarote llamado Caleta de Famara, el favorito para ellas. Las capitales de provincia son las preferidas; mejor además si están en la costa -hay playa, hay barcos-. El ambiente joven es importante y las buenas conexiones con el resto de la península, imprescindibles. Porque para largarse 48 horas es fundamental economizar tiempos y escoger destinos asequibles: descartados aquellos que supongan seis horas de carretera de ida y otras seis de vuelta, escalas o varios medios de transporte distintos. ¿Por dónde empezar? Por el vuelo directo, de bajo coste. Chequea todos los que salgan de tu lugar de origen y ya tendrás una primera criba hecha. A continuación, piensa en el/la protagonista, en si prefiere mar o montaña, fiesta o tranquilidad; una rave en una gran ciudad o una verbena en algún pueblo del mediterráneo; un concierto, un festival.
El país vecino -Oporto, Lisboa, el Algarve- es también una gran opción: es barato, está cerca, se come y se bebe de lujo, y cuenta con una larga lista de alternativas que garantizan la risa y la adrenalina: el Douro y el Tajo, el fado y el surf, y una tirolina de un kilómetro y medio, por ejemplo.
¿Otras opciones? Tarifa, cualquier pueblo de las Rías Baixas gallegas, un glamping o un destino de enoturismo. ¿Y si os vais sin saber a dónde vais? Existen empresas en las que uno establece el presupuesto y los lugares a donde no quiere viajar. El resto: dejarse llevar. Sorpresa.
Importante: hacerse, en caso de sí tenerlo claro, con una guía del destino. La planificación marcará la diferencia entre una despedida de soltera/o bien aprovechado o no. «Perderse en una ciudad es entregarse a su esencia. A las vistas, a los olores, a los sabores y a los sonidos que lo hacen único. A la fotografía, el arte, la creatividad que proporcionan su inspiración individual». Esto es lo que pregonan las guías Lostin, manuales alternativos para saber dónde y cómo se hacen los mejores cócteles, el brunch de moda, en qué tejado está la fiesta o cuál es el barrio más recomendable para pasároslo como enanos. Todo, complementado con entrevista a artistas, cocineros y pinchadiscos locales. Por ejemplo: la de Barcelona o la de Ibiza.
Si preferís algo clásico y completísimo, no hay duda, las Lonely Planet son las mejores.
3. Ten un plan
Destino escogido (y bien estudiado), billetes comprados (o ruta en mente) y alojamiento reservado. ¿Y ahora qué? Trazar un plan: los tiempos muertos y la improvisación son en una despedida de soltero/a malos compañeros. Dos cosas a tener en cuenta: actividades que exigen reserva previa, y juegos. Lo mejor es complementar ambos entretenimientos. Y, después, hacer un par de reservas para cenar o para comer en locales con encanto y tantear la zona de marcha.
En cuanto a los planazos, hay hoy un amplio abanico para escoger: fiestas en barco, paintball, parasailing, karting, bubble football, beauty parties, scape rooms, visitas a bodegas, vuelos en globo, paseos en velero, parques de atracciones, karaokes o spas, por citar solo unas cuantas.
Pero lo mejor siempre acaban siendo los otros entretenimientos, los espontáneos, los más íntimos, los más ridículos, los más divertidos: jugar al Yo Nunca cuando se enfila la tercera copa, retroceder hasta la adolescencia y volver a marcarse un Verdad o Atrevimiento, o elaborar una gynkana de pruebas caseras (con encargos a traición que el novio o la novia deban ir superando): consigue tres números de teléfono de alguien del otro sexo, haz el pino, canta a capela en pleno bar, convence a alguien para que te lleve a caballito, baila el Swish Swish subido a una silla, mantente en silencio durante la próxima media hora, cuenta un secreto que nunca le hayas contado a nadie, por ejemplo.
Otra opción es el Twister, un juego perfecto para llevar en la maleta y desplegarlo en cualquier lugar: en una fiesta al aire libre, en la playa, en plena calle si os atrevéis. Las risas están aseguradas.
¿Más ideas? Pistolas de agua, siempre cargadas. Por si alguien se aburre o se pone intenso. Son siempre sinónimo de un buen rato.
Y una baraja, que nunca viene mal para que no decaiga -¿quién no sabe algún juego divertido con el que matar los tiempos de espera?-.
Y, por supuesto, los chupitos, protagonistas de toda fiesta (y toda despedida de soltero/a) que se precie. Para convertir su ingesta en algo divertido, pero moderado -se recomienda esquivar tandas urgentes y de penalti, y optar siempre por espirituosos suaves-, nada mejor que los juegos. Hay para todos los gustos: la ruleta rusa (con bebidas blancas; se llenan cinco de agua y solo uno de alcohol; se tira el dado y se bebe el número que toque, el destino decidirá si el de cero o el de unos cuantos grados), el «más probable» (la primera persona enuncia la frase «Quién es más probable que...» y la autocompleta con lo que quiera, «ronque más esta noche», por ejemplo; el resto deben señalar a la persona que consideren, que será quién deba beber) o «pegado a tu pareja» (debéis permanecer pegados de dos en dos por una parte del cuerpo establecida, como los codos o los hombros o las rodillas; los primeros que se separen tendrán que beber).
Solo son tres, pero existen muchísimos más. Y luego están los profesionales: el tres en raya y el shot giratorio (como una peonza, se le da impuso y señala al que debe empinar el codo) que, también, aprovechando la coyuntura, pueden servir después de regalo -un recuerdo- para el que se despide de la soltería.
4. La jugarreta al novio/a
La primera regla aquí es tener claro que hay una determinada raya que no se puede pasar: no a la faena extrema, no a lo grotesco, no a la humillación. Se trata de urdir alguna trastada sin perder de vista que si alguien es el centro de la reunión es la novia o el novio. No es el payaso, no es el centro de la diana; es el/la protagonista, y por tanto se merece todo el respeto y la atención de sus amigos. No pocas despedidas acaban convertidas en un mal trago para el que se casa, un trámite degradante al que se siente en la obligación de enfrentarse y aguantar con buena cara. No. Ese no es el objetivo. El propósito es simplemente pasarlo bien, nunca a costa de nadie y menos del protagonista. Por eso, es conveniente buscar el equilibrio: una broma, no muy pesada, que acabe siendo memorable. ¿Por ejemplo? El falso puenting.
Instrucciones: Taparle los ojos a la víctima, ataviarle con una capa como si del mismísimo Supermán se tratase, colocarle un arnés y hacerle creer que va a saltar al vacío, que todos lo haréis, pero él, a ciegas. Situarlo junto a una barandilla, con un bordillo de unos diez centímetros, y dejarle caer. El susto será de los que no se olvidan en años.
5. No le llames despedida, llámale «bridal party»
Atención, porque atravesamos un momento de cambio, de adaptación. Al mismo ritmo que las viejas y ordinarias despedidas pierden adeptos, los gana otro concepto, reclamado por todos aquellos enemigos del exceso: hay quien las llama bridal party (o bridal showers), heredando la tradicional reunión estadounidense de amigas de la novia, pero bajo el nombre que uno quiera darle la idea reinventa la celebración con un ritmo más relajado, cuidada decoración y mucho gusto. Un Pinterest hecho fiesta.
El tema es el siguiente: un viaje o una fiesta de amigas o amigos más íntimos -los cuatro colegas de toda la vida, las inseparables de la infancia - y no tropecientos asistentes, de todo tipo de ambientes, que ni siquiera se conocen entre sí. Mejor si es sorpresa. El escenario es importante -una finca, una playa, un invernadero, un local reservado, un jardín- y la cita suele ser temática: una pool party o una jornada campestre, por ejemplo, con cestas de pícnic y coronas de flores o, para ellos, tipo romería, barbacoa, con música en directo -siempre hay alguien con un amigo que tiene un amigo que tiene otro amigo que toca versiones-, pachangas de fútbol, carreras de sacos. Deberá cuidarse también con esmero el refrigerio y los tentempiés: cócteles originales, pinchos elaborados y -por qué no- botellas de champán.
Y, por último, no abandonar la decoración: mucho globo -de helio, pintados, tuneados con tul, con polaroids colgadas...-, pompas de jabón, sábanas o grandes telas colgadas llenas de mensajes pintados a mano y bengalas, por ejemplo. Sofás en un jardín, alfombras al aire libre, hinchables y hamacas. Farolillos. Guirnaldas.
¿Alguna idea para poner en práctica todo lo anterior?
- Posavasos flotantes para la piscina
- Y otros hinchables varios
- Los cócteles: vasos, jarras y un un manual para elaborarlos
- Botellas de champán, vestidas para la ocasión: solo necesitas varios cascos y un espray de purpurina dorada
- Bengalas
- Pomperos
6. Ponte/le guapo/a (o no)
Obviar el disfraz en una despedida de soltero es casi un sacrilegio. Pero si no sois muy amigos del espectáculo, hay otras posibilidades: una, vestir solo al agasajado; dos, optar por complementos no demasiado ridículos para todos; tres, escoger un dress code, por ejemplo: todos de blanco, todos de flores hawaianas o cada uno con un detalle que le identifique con un superhéroe diferente.
Para convertir al novio o a la novia en el centro de atención son perfectos los esquijamas, o disfraces de una sola pieza, como este de unicornio:
O este de jirafa:
Si nos mantenemos firmes a la tradición, el protocolo de la despedida de soltera estipula bañador blanco para la novia (y para sus amigas):
Pero podemos innovar con algo parecido:
O, sencillamente, tirar de complementos:
- Gafas poco discretas
- Sombreros de paja
- Collares de flores
7. Un detalle para el novio o la novia
Hay quien, además de organizar todo el tinglado, quiere tener un detalle con el novio o con la novia. No hay nada que lo exija, no es indispensable, pero es un gesto bonito. Lo difícil es escoger. Para ellos, proponemos un longboard Osprey y unos tirantes.
Para ellas, una cazadora chula y unos botines cowboy de cuero, en rojo.
8. No olvidar
Por último, hay dos cosas no pueden faltar en la maleta: una cámara de fotos y un kit antirresaca.
Cámara, nos encanta la Fujifilm Instax Mini 9, una preciosa analógica instantánea que también puede servir de regalo posterior al novio o a la novia (además de celeste, la hay en azul cobalto, verde lima, rosa y gris plomo) y, de paso, inmortalizar cada momento de la despedida.
Y para el kit antirresaca, son geniales estos pequeños sacos: los equipamos con algún ibuprofeno, un par de protectores de estómago, caramelos y chicles, tiritas como remedio a imprevistos, un par de bolsitas de infusiones, una barrita de chocolate, una toallita refrescante y una tarjeta localizadora (nombre, teléfono...). Por si alguien termina en el quinto pino.
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