
La pornoartista quedará definitivamente en libertad a finales de este mes La pornoartista Francisca Soto García, conocida con el nombre artístico de Pandora, dejó la cárcel ourensán de Pereiro de Aguiar y vino a Lugo en busca de abogados. Quiere querellarse, según diversas informaciones, contra varias personas y medios de comunicación por el tratamiento que dispensaron a su caso. Esta mujer volvió ayer de nuevo al palacio de justicia pero en esta ocasión no para responder por ningún delito como sucedió las últimas veces que estuvo en el edificio judicial.
07 nov 2000 . Actualizado a las 06:00 h.Pandora, totalmente cambiada, posiblemente para pasar desapercibida, estuvo ayer en el palacio de justicia lucense. Dejó provisionalmente la cárcel ourensana de Pereiro de Aguiar, donde cumple condena, para hacer diversas gestiones tendentes a conseguir abogados de oficio para presentar varias querellas. Francisca está muy molesta con las informaciones periodísticas que se publicaron en el año 1998 y está dispuesta a exigir responsabilidades a los medios y también a algunos periodistas. Considera que lo publicado lesionó su imagen y entiende que debe resarcírsele con indemnizaciones millonarias, en concepto de daños y perjuicios. Desde que ingresó en la cárcel no cesó en su empeño de llevar adelante las querellas pero tiene un problema: los letrados que consultó no quieren hacerse cargo del asunto porque consideran insostenible su pretensión. Asimismo, también busca abogado para formular otra demanda judicial contra una de sus ex-empleadas que declaró en el juicio. Su testimonio fue considerado clave para que ella fuese condenada. Pandora estuvo poco tiempo en el palacio de justicia. Acudió con un gorro de lana de color granate. Francisca Soto García, de 55 años, fue condenada por la Audiencia Provincial de Lugo en el mes de junio de 1998 a 28 años de cárcel por cinco delitos relativos a prostitución. Con posterioridad un abogado madrileño que contrató la pornoartista recurrió el fallo ante el Tribunal Supremo quien decidió rebajar sustancialmente la condena, concretamente a cinco años. El alto tribunal apreció que únicamente había incurrido en un delito de prostitución.