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La Voz

LUGO

ENRIQUE G. SOUTO EL PULSO DE LA CIUDAD Pese a los pesimistas datos sobre la situación de Lugo, Orozco se fue a Málaga y Blanco a Brasil

18 ene 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

-Lugo está muy mal. Lo dice un caballero, lucense para más señas, mientras agarra firme un puro como un tronco de carballo y se dispone a chutarse un güisqui, por vía oral, del tiempo de María Castaña. La copa y el puro ponen el punto final a lo que, a todas luces, fue un magnífico almuerzo en un restaurante capitalino. Lugo, ya se ve, está muy mal, porque lo dice el señor del puro y lo dice un informe de los catalanes, que están muy bien gracias, como es sabido, al ejercicio de la solidaridad y de la cooperación entre comunidades. El señor del puro comparte el criterio catalán y, a través del humo del veguero, ve negro el presente y el futuro de la provincia. -Algunos ya huyen Hombre, huir, lo que se dice huir, quizá no. Eso sí, con los datos bien fresquitos del informe catalán que dice que Lugo está a la cola en casi todo, el señor alcalde filósofo de Lugo se fue a Málaga, que es tierra alegre, a pasar el fin de semana con la disculpa de una convención socialista sobre los nuevos horizontes de la financiación local. Y el primer teniente de alcalde, y responsable de la cosa económica en el Concello, se fue a Brasil, que también es tierra alegre y de muchos recursos, para debatir en Porto Alegre sobre participación ciudadana. Se ve que el alcalde socialista y el concejal nacionalista han puesto en práctica una estrategia muy viajera y entretenida para sacar a su ciudad del furgón de cola de la España que va bien. Ya lo dijo el alcalde filósofo: no todo se puede medir en términos económicos. Lo dijo y se fue para dejar que durante el fin de semana mande la concejala de Benestar Comunitario. Lo malo que tiene mandar en fin de semana es que no queda nadie en quien mandar y así, claro, no hay forma de arreglar el desarreglo al que se refieren los catalanes. -¿Y el del puro? El del puro seguía hablando de lo mal que está Lugo mientras se subía envuelto en humo a un coche como un barco.