
Mantuvo el tipo durante toda la estancia en la ciudad, sin rehuir las aglomeraciones de la muralla o de las casetas, y sus incondicionales supieron agradecérselo
07 oct 2002 . Actualizado a las 07:00 h.Está claro que Julio Iglesias no deja a casi nadie indiferente. Su estancia en la ciudad y sus manifestaciones fueron comentadas ayer por la gente con tanta libertad como se había expresado él el día anterior. El cantante no sólo mantuvo su característica sonrisa, sino que mostró un excelente humor. Llamó a López Besteiro y a Cacharro Pardo por sus nombres más familiares, Manolita y Paco, bromeó insistentemente con Xosé Cuiña a la entrada de la caseta del pulpo y repartió besos a diestro y siniestro. También en la rueda de prensa previa al concierto contestó a todo tipo de preguntas, y accedió a dejarse fotografiar con la camiseta de un programa de televisión colocada por delante, eso sí, tras preguntar si el espacio televisivo es serio. Aplazó un intento de su jefa de prensa de finalizar la comparecencia, y aclaró que la frase: «que hablen de mí, aunque sea bien», no es suya, pero asume tal atribución, porque «lo importante es reinventarse constantemente». Se mostró firme partidario de no tirar nunca la toalla, «porque quin se abandona, no anda y se encama, se muere por dentro». Con un tono que sonaba a petición de disculpas, señaló que nunca había cantado en la ciudad, pero que ningún año había dejado de visitar Galicia. Accedió a las peticiones de enviar un mensaje para los emigrantes gallegos y de recordar la figura del cantante Pucho Boedo, y se mostró partidario del conocimiento por la experiencia, más que del enciclopédico. Su faceta de compositor está aparcada desde hace muchos años y la última canción que escribió no era buena, según propia confesión. Las letras de los cuatro grandes, The Beatles, Sinatra, Elvis y Nat King Cole, son sencillos temas de amor. La diferencia entre el éxito y el fracaso es una fina línea, y los que venden más discos no son mejores, pero sí mas queridos. Vestido al más puro estilo Julio Iglesias, no tuvo reparos en manchar de polvo de muralla sus zapatos de fina piel, y sus fans se lo agradecieron con gritos de admiración y ojos a punto de lágrima. Fue el día en que más gente decidió pasear por la muralla y, ¡oh, casualidad, es él!