Aunque no fue tan famoso como los conseguidos por Zarra y Marcelino, el gol de Rubén Cano en Belgrado, ante Yugoslavia, todavía es recordado por los veteranos aficionados. El partido fue de armas tomar: Pirri resultó con fisura de peroné, tras una dura entrada; Juanito recibió un botellazo en la cabeza cuando se retiraba, tras ser sustituido por Dani, y otros jugadores resultaron con hematomas y lesiones como prueba de las «caricias» rivales. La selección de Kubala se clasificaba para el Mundial, después de doce años de ausencia (la última comparecencia fue en el Campeonato de Inglaterra), lo que fue considerado un gran éxito, aunque luego, en la Argentina, se caería en la primera fase, como marcaba la tradición. Lo bueno es que el gol de Rubén Cano fue un empalme conseguido en semifallo, habitual en el delantero del Atlético de Madrid, una especie de Julio Salinas con melena, lo que le daba cierto aspecto selvático. El ambiente de Belgrado, en el «pequeño Maracaná» fue infernal.