Entrevista | Catalina Fernández y Santiago Pernas
27 oct 2005 . Actualizado a las 07:00 h.Katy y Santiago se casaron el 8 de octubre y el 10 partieron hacia la Riviera Maya. El huracán Wilma les sorprendió en el hotel Grand Kantenah Palladium Resort & Spa, al sur de Cancún, en plena luna de miel. La joven pareja (ella es de Viveiro y él de O Vicedo) regresó a casa en la madrugada del martes al miércoles, tras varios días en una habitación de hotel y horas interminables de autobús, aeropuerto y avión. Katy relata las peripecias de un viaje que, pese a todo, les gustaría repetir, asegurándose de que no aceche ningún ciclón. -¿Cómo empezó su luna de miel? -Del 10 al 17 hicimos un crucero por el Caribe. Y el lunes (17) llegamos al hotel, el martes hubo una reunión por las excursiones y el miércoles hicimos la primera. Por la tarde me llamó mi madre para informarme sobre el huracán (Wilma), preguntamos en el hotel y nos dijeron que no nos preocupáramos. Llamamos a la agencia a Cancún porque queríamos regresar ya a España, pero nos dijeron que no era posible. Hasta el jueves, que ya no nos dejaron salir por la posibilidad de que pasara cerca. Y nos encerraron en las habitaciones, a nosotros con otras dos parejas. -¿Cómo fue el encierro? -Teníamos comida y bebida, luz, agua, y siempre había alguien pendiente de nosotros. No funcionaba el teléfono y la tele dejó de verse, salvo el canal informativo del hotel. -¿Qué estaba ocurriendo mientras en el exterior? -Veíamos muchísimo viento y muchísima lluvia, los árboles caían. A la calle sólo salían los empleados del hotel. -¿Pasaron miedo? -Hubo un momento en que sí, porque una ventana se nos vino encima. Después no, porque lo más fuerte del huracán fue por la noche, y como estábamos baldados de aguantar la ventana hasta que conseguimos una cuña para sujetarla, no nos enteramos. La planta baja del hotel estaba inundada. -¿Cuánto tiempo pasaron sin poder comunicarse con su familia? -Para ellos fue horrible, llamaron a la embajada y nadie les decía nada. Hablamos el jueves y hasta el domingo nada. El sábado por la noche nos dejaron salir a cenar al comedor y dormimos cada pareja en su habitación. El domingo, el director nos reunió para decirnos que no nos preocupásemos, que hasta que viniesen las agencias no nos podían decir nada. Cogimos taxis o autobuses para ir a una zona con teléfono y poder dar señales de vida. -¿Y qué ocurrió el lunes? -A las nueve y media aparece la chica de Pullmantur y nos da una hora para hacer las maletas, que tenían orden de desalojo y que teníamos que ir al aeropuerto de Mérida, que estaba a cuatro horas. Ahí empezó el cristo . Había gente fuera, en los pueblos, una hora no daba para nada. Nos mintieron, en vez de cuatro horas, fueron seis hasta el aeropuerto, sin comer, sin beber y con una sola parada, en medio de la selva. En el aeropuerto nos tuvieron tres horas. La gente estaba asustada, decían que no había vuelos. Éramos 400 personas en un aeropuerto pequeño, sin comida (los que llegaron primero la agotaron), con gente desmayándose. La mayoría éramos españoles. -¿Nadie de la agendia les atendió ? -Cara rato venía una chica, que hablaba tan bajito que ni se le oía. Primero decían que no había piloto, después que iban a llenar el depósito... A las tres horas nos avisaron para embarcar y otras dos horas en el avión antes de despegar. Pasamos once horas en unas condiciones horribles. Nadie nos aclaraba nada. -Una vez en Madrid... -Tres cuartos de hora para que las maletas salieran por la cinta. Lo peor fue que nos engañaron (desde la agencia), nos ocultaron cosas y eso provocó el descontento. Que al menos te digan lo que hay. El trato fue inhumano, peor que a los animales. No así en el hotel, donde fue magnífico. -¿Han presentado alguna reclamación? -En Madrid no nos dio tiempo porque había colas y teníamos que coger el avión a A Coruña, pero lo haremos.