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Violeta se queda sin saber leer

X. Carreira LUGO

LUGO

ÓSCAR CELA

En directo | Las penurias de una familia lituana asentada en Lugo La pequeña está postrada desde Nadal tras ser atropellada en la ronda da Muralla por un coche que inicialmente se fugó. El Concello negó una ayuda para rehabilitar su???casa

18 ene 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

DOS MESES. Durante dos meses la pequeña Violeta tendrá que estar con la escayola; Jurgiza, su madre tiene que ayudar a moverla constantemente, incluso bajar las escaleras desde un quinto piso Violeta y su madre, Jurgiza, ambas de origen lituano pero asentadas en la capital lucense, despidieron el pasado año y entraron en éste a trancas y barrancas. La pequeña, de cinco años, fue atropellada en la ronda da Muralla el pasado 23 de diciembre por un coche cuyo conductor inicialmente se dio a la fuga. No hace muchos días que les cortaron el agua en la casa donde viven y, además, Evislusa (la empresa municipal del suelo) les denegó la ayuda que pidieron para rehabilitar la vivienda porque ésta está bajo cubierta, según dijeron. Lo que iba a ser una tarde de alegría e ilusión se convirtió en una pesadilla. Violeta caminaba con su madre hacia el salón de actos de Caixa Galicia para ver la proyección de Ratoncito Pérez. Les habían dado las entradas y la pequeña, que habla y entiende perfectamente el castellano, estaba muy ilusionada. No llegaron a usar los pases porque cuando ambas atravesaban de la mano el paso de cebra de la Porta Falsa, en la Ronda, vino un coche y se llevó por delante a la pequeña. «Yo me salvé por milímetros», recordó la madre. Violeta quedó malherida sobre el asfalto y el conductor del vehículo no se detuvo. La pequeña fue conducida al hospital donde le apreciaron una fractura de tibia y peroné con desplazamiento. No puede moverse y, por lo tanto, no puede ir al colegio. Se quedará sin aprender a leer. La madre contó que llevar a su hija al cole le supone el bajarla en brazos desde un quinto piso porque la casa donde viven no tienen el ascensor. Pero el problema no está ahí sino que en el centro educativo al que acude le dijeron que aquello no es un hospital y que no se ocupan de trasladar a la niña al servicio cuando lo necesite. Violeta tiene que conformarse con estar en su cama o en el sofá con sus muñecos y algunos juegos educativos. Pero eso no es todo. Las desgracias, dicen, que nunca vienen solas y su madre, Jurgiza, se enfrenta a una situación difícil, comprometida. Le cortaron el agua porque tenía algunos recibos sin pagar y, además, le denegaron una petición de ayuda para rehabilitar la vivienda a la que se le cae la pintura de los techos y que no tiene calefacción. «Me pidieron multitud de documentos y luego me respondieron que no me daban la ayuda por ser una vivienda bajo techo. No entiendo como se autorizan los dúplex, por ejemplo», explicó Jurgiza. Le anunciaron, eso sí, que podría votar en las próximas municipales. Esta lituana de 25 años, natural de un pueblo situado a unas dos horas de Vilnius, la capital del pequeño país Báltico, vive gracias a una pensión del Risga, de 363 euros mensuales. «Ya me dicen que puedo perder esta ayuda si no acudo a los cursos en los que estoy anotada», explicó. Jurgiza fue víctima de la explotación laboral. Trabajó hace algún tiempo en un bar de Mera, en A Coruña. Tenía una jornada de 17 horas, según explicó y sólo cobraba 400 euros al mes. Esta circunstancia hizo que, en su momento, le enviase una carta al presidente de la Diputación herculina después de haber sido distinguido con la medalla de honor de la emigración, para explicarle la situación. En Lugo también trabajó como camarera pero tuvo que dejarlo debido a que tenía que cuidar a su hija.