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Furtivos de río y de monte

Xavier Lombardero REDACCIÓN

LUGO

Crónica | Una mala costumbre que no cesa Se hace efectiva la multa de 45.000 euros a un lucense por practicar la pesca fluvial con electricidad,???una manera que refleja las conductas irregulares sobre la fauna en cauces y bosques

31 ene 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

?incuenta kilos de truchas pueden acabar costando 41.000 euros. Esta es la sanción, entre la multa por furtivismo y la indemnización por los daños causados, impuesta a Julio F.R., al que pillaron en una madrugada de septiembre del año pasado con los peces capturados mediante pesca eléctrica. Al furtivismo de tiempo completo o parcial, que a diario se ve en las rías y resto del litoral gallego, hay que añadir otro más esporádico en los ríos y montes, y que conserva, según las cuencas y presas, distintas modalidades. El de los furtivos de la pesca eléctrica parece, a tenor de las denuncias, un fenómeno arraigado en los riachuelos y afluentes de Lugo, pues esta infracción muy grave fue sancionada de nuevo en el 2005 con otra multa de 3.050 euros, y la Xunta acaba de imponer a Marcos Luis N. V., otro osado vecino de Lugo, una sanción de 45.075 euros por pesca eléctrica en el río Mera, en San Vicente do Veral -Astariz, próximo a la capital. Tristemente irónico resulta que, en esa misma zona, existe un centro piscícola y de recuperación de fauna de la propia Xunta. Otra modalidad grave de furtivismo que acarrea multas de más de 3.000 euros y la imposibilidad de obtener la licencia de pesca durante un año, son cuando se utiliza sedales durmientes por toda la ribera. En los dos últimos años se han detectado tanto en cauces de A Coruña como en los lucenses. Otro instrumento prohibido pero que sigue utilizándose en ríos como el Miño y diversos estuarios es la fisga, especie de vara larga con tridente que se usa para arponear peces en las aguas someras. En varios casos han sido identificados quienes emplean este arte, como también otros que practicaban la pesca de madrugada, una infracción grave que conlleva multa de 3.006 euros e inhabilitación para obtener la licencia por período de un año y un día. La misma que implica hacerlo fuera de la época de veda, situación en que, por ejemplo, incurrieron varios ciudadanos extranjeros que pescaban cerca de Lugo. Las redes también son otro recurso de quienes buscan llenar el saco para casa. Un método tristemente conocido en las provincias de Lugo, Ourense y en otros lugares. Hay quien se lanza al Miño con el viejo trasmallo, sin licencia de pesca o permiso de coto. Incluso con embarcación sin permiso para navegar. Muy al estilo de los profesionales del furtivismo percebeiro a ambos lados de la Estaca, con nocturnidad y moviéndose viejos cacharros, por si acaso les trincan. En todo caso, no siempre están prohibidas las artes «tradicionales» Conocidas son las pesqueiras con sus butrones en el Ulla, o los miños y rodeiros del gran río, y la Consellería de Medio Ambiente autoriza una fisga o francada por pescador, la estacada fluvial en algunos cotos, así como la luz artificial para pescar legalmente la lamprea en el río Tea. Cazadores El de la caza es otro mundo, pero ¿qué puede considerarse furtivismo? Desde luego hacerlo de noche y con once perros sueltos, como ha sucedido en un caso sancionado este año con 661 euros de multa, sí parece grave. Disparar a especies protegidas, como hizo otro cazador (6.010 euros de multa), también. Cazar de noche o transportar un arma en época de veda, lo mismo, y ocurre con relativa frecuencia. Algunos furtivos lo hacen incluso con perros y armas blancas (algunos fueron cogidos y sancionados con 2.404 euros). Entre los casos más graves del pasado año figura el de quien disparó a un águila ratonera o el uso de venenos para cazar o eliminar fauna salvaje, algo sancionado con un millón de las antiguas pesetas. El uso de sustancias tóxicas en el río no parece en cambio tan detectado, aunque de viejo se utilizaban en algunas partes de Galicia plantas como el trobisco, para pescar truchas en los regatos, método sustituido después por la cal o la lejía. En el monte las irregularidades que más abundan son la caza en zona vedada, en áreas de seguridad, incluso en reservas de fauna o en zonas quemadas. Son faltas graves castigadas con multas de 601 euros, al igual que abatir jabalíes sin permiso. Muchos cazadores portan cartuchos-bala (normalmente del calibre 12) no permitidos cuando están practicando la caza menor, por si salta algún corzo o se topan con un jabalí. Frente a los que practican la actividad cinegética legalmente están quienes acuden sin permiso para el tecor, sin seguro o las licencias en regla, los que disparan aún habiendo niebla, o llevan sus perros sin identificación por microchip. El adiestramiento de perros de caza en zonas no habilitadas o épocas prohibidas es falta leve castigada con 60 euros de multa. Entre la casuística registrada en Galicia también figura la práctica de la cetrería en zona vedada.