«Trato de integrar as actuacións no medio». Esa filosofía ha guiado los trabajos de recuperación de los Molinos de Rosario, emprendida hace poco menos de una década por Jesús Monteseirín. Dan la bienvenida al complejo dos centenarios troncos de castiñeiro, cubiertos por un tejado de lousa, cual si de casetas de gnomos se tratase. «Pasarán á historia porque están tratados contra todo tipo de adversidades polo que ao mellor duran cincocentos ou seiscentos anos máis», resalta el impulsor del complejo. Buena parte de los materiales naturales que dan vida a las construcciones y a la decoración del complejo etnográfico proceden del entorno. Es el caso de las grandes lámparas que presiden los salones de los apartamentos y que fueron ensambladas con piezas de los molinos. Asimismo, parte de la piedra utilizada a lo largo de las obras procede del desmonte de una pequeña zona en una de las laderas que bordean el río Rodil, y en la que se construirá un aparcamiento en batería.