San Martiño se convirtió ayer en basílica por proclama papal

LUGO

17 sep 2007 . Actualizado a las 02:51 h.

El templo de San Martiño de Mondoñedo, en Foz, vivió ayer un acontecimiento histórico, su conversión en basílica mediante un decreto del papa Benedicto XVI, al que ayer se dio lectura en un acto presidido por el obispo de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, Manuel Sánchez Monge, que ofició además por el secular rito mozárabe, con una amplia variedad de oraciones y simbología, dentro de una liturgia muy parecida a la de las iglesias orientales.

La comitiva salió en procesión desde la rectoral con la Cruz, el coro, los acólitos con los siete cirios que representan a los siete sacramentos, los sacerdotes de la diócesis, los canónigos y los doce concelebrantes que representan a los doce apóstoles y el obispo. En el recorrido se fue cantando la Letanía de los Santos, con el fondo de la Marcha procesional del Antiguo Reino de Galicia, interpretada por los gaiteiros de Foz.

Ya ante la iglesia, monseñor saludó a las numerosas personas presentes, entre las que estaban representantes de la política y la cultura tanto de Ferrol, como de Foz y Mondoñedo, empezando por la corporación municipal. A continuación, el canciller secretario general del Obispado, Félix Villares, dio lectura a la proclama. Lo hizo en gallego, aunque la original está redactada en latin, para facilitar su comprensión por parte de los presentes. Tras ello, monseñor Sánchez Monge, pidió que se abrieran las puertas de la ya basílica, acto del que se ocuparon el párroco de San Martiño de Mondoñedo, Serafín Rodríguez García y el alcalde focense, José María García Rivera. A continuación se inició la misa por el ritual mozárabe, que contó con las voces del coro de la iglesia de San Francisco de Viveiro, dirigido por el sacerdote Vicente Trasancos, y en la que los asistentes fueron testigos de la numerosa simbología del acto. El teólogo y coordinador de los actos de celebración del 1.100 aniversario del nacimiento de san Rosendo que se conmemora este año, no dudó en destacar el acto como «un feito relixioso e cultural importantísimo, que lle da a san Martiño un relieve especial».