La vida de los últimos habitantes de Batribán

Daniel Gayoso

LUGO

16 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Cinco millones de personas residen en España en zonas de montaña. Viven en esos núcleos alejados de las grandes urbes y que, en muchas ocasiones, sufren impedimentos para acceder a servicios básicos. Vegadeo acogió esta semana un congreso nacional para abordar los problemas de vivir en zonas rurales y la imparable despoblación de estos lugares. No es difícil encontrar pueblos abandonados y otros que pierden vecinos a pasos agigantados.

Este es el caso de Batribán, una muy pequeña localidad de Villanueva de Oscos, en plena Reserva de la Biosfera Oscos-Eo y Terras de Burón. En este lugar reside solo una familia, la compuesta por Ángel, Amparo y su hija adolescente. Hacen falta unos 45 minutos para llegar desde Ribadeo, a través de alguna carretera no muy buena y, en invierno, sorteando los efectos de la nieve. Pese a esto, este matrimonio está feliz de poder vivir sin miedo al estrés o a la contaminación de las ciudades. «Yo estoy muy contenta aquí, estoy bien, pero siempre que necesito algo hay que coger el coche e ir buscarlo a Vegadeo o a Villanueva. Si estás en la cocina y te falta algo hay que ir a por el, o dejar para otro día lo que estás haciendo», comenta Amparo Dores.

«Vivimos solos en el pueblo, pero estamos casi siempre acompañados de gente que nos visita de otros lugares», dice Ángel. El pan llega dos veces por semana, martes y viernes, y el resto lo bajan a comprar. «Hay que bajar a Vegadeo en coche, y eso a final de año trae un gasto, pero bueno, la cosa ha mejorado mucho. Cuando yo era un chaval todo era más duro, la vida en estos lugares estaba basada en el labradío y las familias solo trabajaban para comer».

El teléfono móvil también forma parte de la vida de este matrimonio, aunque la cobertura es muy deficiente. «Algo tenemos en la pista que hay encima de casa, pero en general es mala. La televisión tampoco se ve bien, necesitamos que los canales tengan mejor imagen -dice Ángel-, tampoco es tan difícil».

Y ni hablar de Internet. Es el verdadero lastre de lugares como este, donde la red de redes aún sigue siendo una utopía.

Ángel y Amparo viven con una de sus hijas, que trabaja de enfermera en Villanueva. Para la juventud es, si cabe, aún más complicado vivir en las zonas rurales. «Es muy duro para ellos porque tienen que desplazarse para trabajar -comenta Amparo- son muchas veces distancias largas y no es nada fácil».

Es la vida en la zona rural, aunque muchos siguen creyendo que su despoblamiento es transitorio y que estos lugares volverán a crecer.

«No sé si desaparecerá o no el medio rural. Sabemos que va a menos, pero no descartamos que la gente que se fue tenga que volver, habrá que esperar», concluye Amparo.