José María López recuerda que O Pote del año 1977 no tiene nada que ver con el de ahora. «Los tiempos te hacen cambiar. Antes era, más que nada, vinos corrientes y hoy se pasó a otras gamas altas», explica señalando la exposición de vinos que hay en la parte trasera de la barra. En los 32 años de historia del local ha habido tres reformas materiales y otras tantas de filosofía. «En aquellos años, la gente pedía tazas, el café se acompañaba de aguardiente y se servía mucho jerez quina con aguardiente», dice. Ahora, en cambio, en el local se piden raciones como el jamón de pato o el pastel de cabracho.