Adolfo Sainz Maza cambió el fútbol por el atletismo en un año 2010 en el que se proclamó campeón gallego de combinadas sin casi tiempo para aprender la técnica
26 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Adolfo Sainz Maza daba para un buen defensa. Alto y fornido para sus 15 años, jugaba en el Lugo cadete. Sin embargo, en este 2010 que recién termina, se le cruzó un amor a primera vista: el atletismo. Y después de un tiempo de duplicidad, de compaginar ambos deportes, decidió quedarse con la disciplina olímpica por excelencia. La pértiga pudo más que el balón.
El año que se cierra no puede haber sido más exitoso para Adolfo. Por la primavera, impulsado por Juan Luis Trillo y Natalia Somoza, hoy sus entrenadores, dio el salto al atletismo. Y por si fuera poco, a la especialidad más complicada. O lo que es lo mismo, el compendio en una de todas las demás: las combinadas. Probó con la jabalina, el peso y la altura, y llegaron las primeras medallas: bronce en el Gallego cadete en las tres. «Decidimos observar qué tal se le darían», explica Trillo. Lo demás vino rodado, pues no se detiene ante los obstáculos. «Es un echado para adelante», afirma Natalia.
El más evidente llegó cuando se tuvo que enfrentar al reto del salto con pértiga. «Gustábame desde pequeno, o de quedar suspendido no aire...», cuenta el propio Adolfo.
Pero había que afrontar el desafío desde la precariedad de medios. «Alternaba los cinco días de entrenamiento con el Lugo, con dos sesiones de atletismo con nosotros en Castro», relata Trillo. En el campo de fútbol, y en el gimnasio del instituto. Sin tocar la pista. Sólo tuvo contacto con la vara de saltar una semana antes de su primer heptatlón. ¡Una vez! Y con una pértiga de entrenamiento, fina y corta, con poco parecido a una de competición. Lo único disponible. «Tuvimos que improvisar un poco», admite el técnico.
A la segunda, mínima
La segunda ocasión, fue en un critérium en Ourense. Saltó 2,20 metros. Ganó la clasificación final y consiguió la mínima para el Campeonato de España. Estaba entre los 14 mejores del país, y se iba a enfrentar a gente con muchos más medios, tiempo en el atletismo y, por consiguiente, mejor técnica.
Pero el talento de Adolfo salió a relucir en el Nacional. En el Campeonato, ni siquiera pudo calentar con la pértiga. A sus manos llegó en el pasillo, para enfrentarse directamente con el listón. Subió su plusmarca en el salto hasta los 2,60, y finalizó en el sexto puesto, tras haber concluido la primera jornada en el cuarto. En agosto (estaba de vacaciones) participaría en el Gallego. Ganó sin oposición.