«Soy un extranjero y estoy en una tierra muy lejana a la mía, pero la gente me ayuda. Agradezco a la gente buena que me acepta, porque en una circunstancia cometí un error inevitable, no tuve elección», detalla Wang, que pasa parte del mes fuera de prisión, en el piso que tiene la Asociación Lucense de Información e Axuda ó Drogodependente. Explica que se siente contento, ya que funcionarios, maestros e internos de la cárcel lo han acogido como un amigo. Lleva ocho años fuera de China y extraña su tierra, pero en Lugo ha conocido a una familia china que tiene un bazar cerca de la Avenida da Coruña. «Me tratan casi como un familiar, con una hospitalidad increíble», agradece. Indica que en febrero de este año, coincidiendo con el Año Nuevo chino, le prepararon una comida china de su zona. «Yo soy del centro y ellos del sur, y la alimentación es algo diferente. En nuestra zona no hay arroz y por eso comemos poco, pero en cambio hay mucha soja», revela.