La situación creada tras las elecciones de mayo ha dado al PP, al menos desde el punto de vista aritmético, cierta tranquilidad, pues su holgada mayoría absoluta le permite afrontar los plenos sin apuros. Solo alguna desavenencia interna privaría a los populares de ser la fuerza mayoritaria, lo que supone un claro contraste con los anteriores cuatro años.
El socialista Juan José Díaz Valiño pasó en minoría buena parte del mandato, expuesto a que cualquier decisión necesitada de ratificación plenaria se viniese abajo por una coincidencia entre PP y BNG. Ni siquiera el pacto firmado con los nacionalistas en el 2009 implicó el final de las turbulencias, pues el acuerdo se rompió antes de las elecciones de este año e incluso dejó el gobierno el concejal de TEGA, Roberto Lorenzo, que apoyaba a Valiño desde el 2007.
Pero si la situación política actual queda alejada de vaivenes, no ocurre lo mismo en unas sesiones plenarias en las que la oposición -guardando, eso sí, las formas, como resulta habitual en este municipio- procura buscar algún hueco para hacer mella en el gobierno local.
Así ocurrió, por ejemplo, en el pleno del sábado, en el que se dio cuenta, entre otras operaciones, del gasto del entierro de un vecino de Goberno, asumido por el Concello tras manifestar la familia que carecía de medios. El nacionalista Jorge Balado preguntó si se pagarían más entierros, y recalcó que esa situación, de repetirse, podría causarle algún problema al Concello. El alcalde le replicó que era un gesto excepcional -se pagaron, dijo, dos en cuatro años-, e incluso le insinuó que su gesto era más propio de un concejal de Economía que de Asuntos Sociais, área que dirigió el nacionalista mientras duró el pacto con el PSOE.
Por otro lado, la información del alcalde sobre operaciones efectuadas con un suplemento de crédito motivó otros golpes de ping pong: Valiño apuntó que esos gastos eran posibles por el dinero que su gobierno había dejado en la caja, y Balado alejó la pelota de su campo asegurando que las arcas estaban casi vacías.