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La difícil gestión del medio ambiente de los partidos

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto LUGO / LA VOZ

LUGO

22 ene 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

Lugo, ya sabe, tiene su propio modo de avanzar. A unos les gusta, a otros no tanto. Lugo, cuando se trata de políticas medioambientales, avanza mucho en el papel, progresa a un ritmo trepidante. Hay kilos y kilos de papeles institucionales en los que se describen las intenciones del Ayuntamiento para mejorar el medio ambiente. Pero el papel va por un lado y la realidad por otro. Ocurre así con el anunciadísimo y documentadísimo fomento del uso de la bicicleta y del transporte público urbano. El plan de movilidad, pagado pero no ejecutado, indica la necesidad de crear carriles-bici y fomentar el transporte público. Sin embargo, el carril-bici no ha ganado ni un metro desde 1999, y en los buses urbanos, a un año de que caduque la concesión, no hay ni trazas de la profunda reforma propuesta en el plan de movilidad. Lugo, ya se ve, avanza a su modo. «Nos movemos hacia el espejismo», escribió Bukowski.

La aún reciente aprobación del Plan Nacional para la Mejora de la Calidad del Aire ha vuelto a poner de actualidad la larga lista de papeles municipales en los que se fijan los objetivos para la mejora del medio ambiente. En todos ellos, desde la Agenda 21 Local al Plan de Movilidad, se determina la creación de tramos de carril-bici. Sin embargo, desde que el socialista López Orozco asumió la alcaldía no hubo ni una sola decisión encaminada a alcanzar dicho objetivo. Eso sí, puso en marcha un servicio de préstamo de bicicletas, que por alguna razón no suficientemente aclarada retiró en gran parte recientemente. Y sin embargo cada día son más los lucenses de distintas edades que usan habitualmente la bici como medio de transporte. De la reforma de los buses, más allá de las líneas que dan servicio al HULA sólo se sabe que es una necesidad.

Lugo, sí, tiene su propio ritmo. Tiene mucho que ver con la diferencia entre las cosas «importantes» y las «urgentes». Lo explicó Orozco hace nada. Más o menos así: es importante cumplir la ley de memoria histórica; es urgente combatir el paro. No está claro si, para la oficialidad socialista en Lugo, es importante o urgente resolver la crisis de su partido. El PSOE lucense eligió ayer a los delegados que representarán a la provincia en el congreso federal del partido, entre una lista oficial encabezada por Gómez Besteiro (8) y una alternativa liderada por Sonia Verdes (3). Antonio Gato avisó a los suyos de que ni Rubalcaba ni Chacón están en condiciones de ofrecer a los socialistas la inyección de ilusión que necesitan. Y si no resultan estimulantes para el propio partido, qué posibilidades tienen -se pregunta- de recuperar la confianza de los ciudadanos. Gato sabe que también el PSOE de Lugo tiene su propio ritmo y no desconoce las dificultades que entraña tratar de cambiarlo.

Lo de enredarse en el análisis de lo que es importante y urgente también les pasa a los populares. El presidente provincial del PP, José Manuel Barreiro, lanzó la propuesta de dedicar a una calle de Lugo al fundador de su partido, Manuel Fraga, y provocó inoportunamente una polémica más que previsible. En el grupo municipal que lidera Jaime Castiñeira se dieron cuenta de la tormenta y trataron, sin éxito, de ganar tiempo. Frente a su sonoro silencio, en algunos sectores del partido, empezaron a rugir algunas voces. Y entonces, Castiñeira, además de una calle, pidió que se dé el nombre de Fraga al nuevo auditorio. Hasta el conselleiro de Cultura le dijo que eso es algo que compete decidir a «la ciudadanía». Algo parecido le vino a decir el socialista Orozco, que, sin embargo, apoyará que Lugo tenga una calle dedicada a Fraga. Y otra vez quedó patente el peculiar ritmo de Lugo. «Es como si ya no supiéramos hacer las cosas», escribió Bukowski.

Fuego en la ciudad.

Los numerosos incendios registrados en casas de la capital en las últimas semanas provocan preocupación en los lucenses.