El penúltimo tijeretazo (perdón, reforma) que queda por elevar al Boletín Oficial del Estado, es el que autorice el traslado de todos los martes 13 venideros a todos los viernes del año. Así, don Mariano habrá cumplido su palabra por una vez, y sin que sirva de precedente, claro. Porque todo aquello de no subir el IVA ni otros impuestos; de no cobrar el copago en Sanidad y otros copagos; de no rebajarle otra vez el sueldo a los funcionarios que estén enfermos menos de 90 días; de no cobrar los servicios de traslados no considerados urgentes en los tratamientos de hemodiálisis y oncología; o de no cobrar el peaje en las autovías, todas esas promesas jamás se las saltará don Mariano. Eso sí, si tuviese que hacerlo algún día, en contra de su voluntad sagrada, solo habría que demandárselo al gobierno anterior, culpable exclusivo, por su nefasta gestión.
Nada que objetar al calificativo del pésimo balance del último período de ZP, otra cuestión es la exclusividad de la responsabilidad. ¿O hay alguno que pueda tirar la primera piedra? Y por si no fuera poca la afirmación indomable de don Mariano de crearnos cada viernes de aquí al final de su mandato un ataque de ansiedad, por detrás aparece doña Esperanza fustigándole por si la mano mariana se quedase corta exigiéndole más recortes, no se nos vaya a quedar corto. Para completar el cuadro maquiavélico, llega la delegación alemana enviada por doña Ángela Merkel para supervisarnos y decirnos si vamos por el buen camino, o no estamos cumpliendo los deberes ordenados. ¿Estamos o no intervenidos?