Cuando la pelota empiece a rodar mañana en el estadio de Maracaná en la final del Mundial de fútbol, a partir de las nueve de la noche, Jorge Roberto Rodríguez y Michael Rausch estarán pegados al televisor. El primero es argentino. El segundo, alemán. Pero los dos residen en Lugo desde hace tiempo y comparten una afición que disfrutan de maneras muy distintas, como relataron ayer a La Voz y como quedó claro desde el inicio del encuentro, con Jorge enfundado en la camiseta albiceleste y portando varias banderas, un gorro y hasta un peluche de la selección que hace sonar el himno de su país al detectar movimiento.
Dos maneras diferentes de ver el fútbol
«Cuando se juega un mundial, en Argentina se para el mundo, y aunque llevo acá doce años lo sigo viviendo así», relata Jorge, que emigró desde Lanus, en la provincia de Buenos Aires, a la urbe amurallada en el 2002, tras el corralito que bloqueó los ahorros de millones de argentinos. Aquí trabaja vendiendo cupones de la ONCE por la zona centro de la provincia. Michael, que es ingeniero y se asentó en Lugo hace menos de un año, confiesa, en cambio, que vive con menos pasión el fútbol, pero no se pierde los partidos importantes, como la semifinal en la que los germanos despacharon a Brasil con una goleada histórica (1-7). «Físicamente están muy fuertes, y mentalmente están muy estables. Y además están haciendo muchos goles, con jugadores muy buenos, como Klose y Müller, aunque Argentina tiene una defensa muy fuerte», apunta. Su rival en el debate dialéctico, por el contrario, manifiesta: «La confianza mía es que Alemania le tenga miedo a Messi. Creo que depende todo de él, y si está inspirado puede hacer mucho daño...». «Como equipo -añade- son mejores ellos, pero Argentina juega a que no le hagan goles y tiene mucho oficio, algo que en un mundial es fundamental, además de gente muy buena, como Di María, Higuaín..., que también marcan goles».
Será la tercera final entre los dos equipos
La de mañana será la tercera final mundialista que disputen Alemania, que tiene en su haber tres copas, y Argentina, que luce dos estrellas en su elástica. En la final de México 1986, ganaron los porteños, mientras que en la de Italia 1990, los germanos se tomaron la revancha. «Ahora llevamos unos años muy buenos con Joachim Löw como entrenador, pero nos falta la última chispa», bromea Michael. «Esperemos apagársela nosotros», bromea Jorge.
De Benedicto XVI a Francisco
Argentina y Alemania también están en primera línea en otros frentes, como destacan los dos, al referirse al papa Francisco y al papa Benedicto XVI. «Ratzinger nunca habló de fútbol. Es muy intelectual, muy estudioso, muy puritano, pero no se ha ganado el corazón de la gente», sostiene Jorge. «Yo no soy religioso, pero Francisco es una esperanza. Creo que si alguien puede cambiar la Iglesia es él», comenta Michael, que es originario de la región de Baviera, está casado con una lucense y es padre de tres hijos. «Yo estoy casado con una hija de italianos, pero mi familia es gallega, es lucense, y yo creo que me moriré aquí», revela Rodríguez, que destaca: «Tienes suerte porque tienes un país que te puede respaldar más que el mío». A lo que Michael responde: «Me gustaría que mis hijos aprendiesen las dos cultural». Y es ahí donde los dos coinciden en las diferencias sociales, culturales y económicas de sus países de origen. Unas divergencias que saltan por los aires y quedan olvidadas con el fútbol.
Unidos por el fútbol
«El fútbol une a gente de todas las edades y de todas las clases sociales, de arriba a abajo, porque es un deporte muy accesible. Solo necesitas una pelota y un campo. No depende tanto de los recursos que tenga tu familia o de la tecnología, sino de tu propia skill [habilidad] y de tus ganas», comenta el germano. «En Argentina los mundiales unieron muchísimo [...] En 1978 estábamos todos en la calle festejando el Mundial y los militares al lado matando gente», recuerda Rodríguez, que verá el partido en su casa solo, con su mujer y su suegra. «En la semifinal mi hijo se fue a su casa y nos dio resultado, así que esta vez vamos a hacer lo mismo», añade. Y como muestra de lo supersticioso que es, apunta otro dato: «En el descanso me cambiaré la camiseta porque en el segundo tiempo llevo otra».
El 3-2 de Michael y el 1-0 de Jorge
La cita concluye con el pronóstico de cada uno. «Yo creo que va a ganar Alemania 3-2», indica Rausch. «Yo apuesto por un 1-0 a favor de Argentina. La guerra va a estar en el medio campo», vaticina Rodríguez. Sea cual sea el resultado, coinciden en que va a ser un partido «súper emocionante». ¡Suerte a los dos!
«Veré la final en casa de unos amigos argentinos y españoles bebiendo cerveza alemana»
Michael Rausch
«Cuando juega la selección, para los argentinos es más importante ver el partido que comer»
Jorge Roberto Rodríguez