Uno de los testimonios que incluye el documental Mulleres de aquí e dacolá es el de Ema Beatriz Yáñez González. Hija de un ferrolano de Sedes que emigró a Buenos Aires en 1928 y de una malagueña, su historia es un ejemplo claro de esos caminos de ida y vuelta entre las dos orillas del Atlántico. «Nunca me sentí extranjera, ni aquí ni allí», destaca Beatriz, que regentó dos panaderías en la capital argentina. Cuando el corralito dio al traste con el dinero y las esperanzas de millones de argentinos viajó a la tierra de su padre, y tras un tiempo en San Cibrao se estableció en Lugo con su marido y sus dos hijos. Ahora su vida está aquí. Durante años tuvo un taller de costura en la Rúa Progreso. Hoy, con «casi 66 años», está tramitando la jubilación.
-¿Qué ha sido lo más duro?
-Lo peor que me pasó es que un señor buscando un trabajo me dijo: «Lo peor que nos pasó en España es esta sarta de sudamericanos muertos de hambre que vienen». Yo le contesté: «Pero ustedes fueron primero, porque mi viejo de turismo no fue». Él se lo perdió, porque ni siquiera vio ni currículo [sonríe].