Ana, el misterioso cadáver que la jueza Pilar De Lara nunca encontró

Esteban Folgueiro LUGO / LA VOZ

LUGO

La supuesta desaparición de una mujer brasileña condujo a la instructora a otro de sus fracasos

01 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando estalló la operación Carioca, alguien sacó a relucir un misterioso cadáver. Le puso el nombre de Ana, e incluso le atribuyó una truculenta historia que enganchó a algunos periodistas de sucesos. La jueza Pilar de Lara, enfrascada en su eterna investigación, se dedicó a buscarla; pero Ana nunca apareció. Esta semana la instructora decidió aparcar provisionalmente un caso que, transcurrido el tiempo, plantea un torrente de dudas, empezando por una pregunta que apareció en forma de pintada en varios muros de la ciudad: ?¿Dónde está Ana??.

Aparentemente iba dirigida a un guardia civil que había sido detenido y encarcelado. Nunca se supo quién o quiénes hicieron esas pintadas y cuál era la finalidad exacta. Ahora, pasado tanto tiempo, hay teorías variadas y para todos los gustos.

La historia de Ana dice que se trataba de una joven de Brasil que llegó a España engañada. Pagó unos seis mil euros a una organización que la colocó en clubes de alterne. Había testigos (ni se sabe dónde pueden estar ahora) que dicen que vieron a esta mujer que parece que desapareció misteriosamente. Nunca llegó as ser reclamada por nadie, ni nadie de su entorno más próximo la echó en falta. Se esfumó de la noche a la mañana.

Todo fueron conjeturas. Su cadáver fue situado en el Queens, en el suelo del club, donde alguien habría cavado día y noche una misteriosa tumba. Otros pusieron el cuerpo de la mujer en el interior de un pozo que luego sería tapiado. También lo colocaron en un hoyo preparado en el solar y luego rellenado con cal viva. No faltó quien la situara en la zona del gallinero. Y finalmente la teoría seguida por los investigadores fue que la habían enterrado debajo del despacho del dueño del Queens. Es decir, José Manuel García Adán tendría bajo sus pies el cadáver de una mujer.

La jueza fracasó. No encontró a Ana. Lo máximo que logró es que unos perros olisquearan el lugar donde creen que pudo haber un muerto.

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