Enrique Montenegro demuestra que al poco de descubrirse el templo fue creciendo la expectación
02 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.El historiador Enrique Montenegro, autor de la tesis sobre el monumento, publicó en la revista Croa un estudio sobre los primeros meses tras el descubrimiento oficial del templo, en junio de 1926. En la investigación analiza los riesgos que se corrían en la primavera de 1927, cuando se estaban haciendo las excavaciones arqueológicas y la falta de apoyo institucional e incluso intelectual. Montenegro analiza la famosa excursión del 21 de abril de 1927 que cambió la historia reciente del monumento, y que La Voz de Galicia publicó el 20 de noviembre del pasado año.
Pero el estudio del historiador incluye un aspecto que demuestra que en la primavera de 1927 se estaba ante un hecho relevante. Montenegro señala que el descubrimiento del templo «fomentaron la curiosidad del público... y la prensa se hizo eco de la expectación generada y las visitas de investigadores, turistas y curioso se sucedieron a buen ritmo». El historiador aporta una fotografía del fondo de Ángel del Castillo en la que se puede ver aun grupo de mujeres acompañadas por un personaje masculino, «aparentemente vestido a la manera tradicional bávara con su típico lederhose». Montenegro sitúa esta visita en el inicio de la primavera de hace 90 años y no tiene aún constatado quién era el personaje germano.
Apunta a dos oficios de la Dirección General de Bellas Artes de 1926 en los que encaminaban a la Comisión de Monumentos de Lugo para que facilitasen la visita a los museos y monumentos a miembros de la Academia de Düsseldorf y a una expedición de la Universidad de Viena organizada por Hans Tietze. Este especialista, señala Montenegro, estuvo en la primavera de 1927. También en esa estación acudió a España, de visita, el historiador alemán Artur Michel, quien le había pedido a Vázquez Seijas una foto de un relieve de Santa Eulalia.
Montenegro tampoco descarta que fuese el propio Manuel Vázquez Seijas, en ese momento interventor de la Diputación y figura capital, según el artículo de Croa, para que el monumento no sufriese daños mientras se hacía la excavación. Y es que, como se puede comprobar en la foto de Ángel del Castillo, o en otra de López Martí, el templo estaba a la intemperie y se producían daños que sería irreparables.
Pero volviendo a la fotografía, el investigador se hizo varias preguntas ya que el grupo estaba de espaldas al fotógrafo y al monumento. «¿Qué pudo estar ocurriendo en ese preciso instante? ¿Fue un momento de alegre distensión o por el contrario había un percance? ¿Pudo tener la actitud de los visitantes algún tipo de relación con el monumento?». Montenegro, al final del artículo, aclara qué estaban haciendo. Y es que en ese punto se encontraba la trampilla para bajar por escaleras al interior del templo.