
Estuvo en lo que hoy es el colegio Franciscanos, en la Compañía de Monforte, la casa consistorial de Lugo, la Diputación y en 1943 comenzó la construcción del actual edificio
16 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.La ubicación física en la que se instalan las instituciones educativas suele tener un particular sentido y significado. Las sedes en las que sucesivamente se ha establecido el Instituto provincial de Lugo, son claro reflejo de las circunstancias históricas que en cada momento le tocó vivir, es decir, los procesos desamortizadores, la tutela provincial o las proyecciones urbanísticas del siglo XX condicionaron la elección de los sucesivos asentamientos del centro educativo por excelencia de la provincia durante muchos años. Las primeras instalaciones de los institutos históricos se realizaron, en la mayor parte de los casos, en antiguos edificios eclesiásticos desamortizados. Con la idea y puesta en práctica de la desamortización liberal se trataba fundamentalmente de aprovechar los locales de los conventos, ya que el clero regular fue el más afectado por el proceso desamortizador. En el caso lucense no fue así, ya que los conventos de la ciudad estaban ocupados por otros servicios.
Por eso, lo que el Instituto lucense ocuparía en el año 1843 serían algunas dependencias del Seminario Conciliar, un enorme edificio situado en la Plaza Mayor de la ciudad que había construido en los últimos años del siglo XVI el obispo Lorenzo de Otaduy para cumplir las recomendaciones tridentinas sobre formación de los eclesiásticos. Este establecimiento se vio obligado a ceder varios de sus locales para instalar en ellos las aulas y servicios que necesitaba el nuevo Instituto provincial de Lugo con lo que se desarrolló en el mismo lugar un modelo de educación religiosa y otro laica, hasta donde se podía aplicar ese calificativo en tales momentos. No fue esta, sin embargo, una instalación muy afortunada, además de breve, y todo hace creer que la convivencia de los estudiantes del instituto con los seminaristas que no abandonaron una parte del edificio, fue difícil y provocó conflictos e incomodidades. Seguramente esto contribuyó a que no se pusiese demasiada resistencia al traslado que se produciría seis años después.
En 1848, apenas cumplido un lustro de su funcionamiento en la capital, el Instituto provincial se trasladaba Monforte para ocupar dependencias del antiguo Colegio de Jesuitas y en respuesta a una oferta del duque de Alba. Era un edificio magnífico mandado construir en la última década del siglo XVI por el cardenal Rodrigo de Castro y que sería administrado por los jesuitas hasta su expulsión en 1767; luego, pasaría a propiedad de la casa de Alba convirtiéndose en Real Seminario de Estudios, y, más tarde, en el primer tercio del siglo XIX, en Colegio de Latinidad y Humanidades. Aquí permanecería el centro catorce años, aunque continuamente criticado por su excentricidad y por su deficiente comunicación con respecto al resto de la provincia, situación que no favorecía nada los desplazamientos de los estudiantes de otros municipios. La reducción de las rentas a consecuencia de la desamortización civil de 1855, el descenso del número de alumnos y por lo tanto de matrículas ya que los estudiantes de la provincia preferían desplazarse a Oviedo o Santiago, y las continuas reclamaciones de la capital, motivarían su traslado a Lugo en 1862.
El Ayuntamiento de Lugo había sido una de las instancias oficiales más interesadas en conseguir el regreso del Instituto a la capital, llegando a ofrecer una parte de sus dependencias para instalarlo de forma provisional mientras no se encontrase un edificio más a propósito. El asunto se había planteado ya cuando fue restablecida la Escuela Normal de maestros en 1849, puesto que el Ayuntamiento consideraba que ambas instituciones educativas deberían estar en la capital de la provincia. El traslado se produciría para el curso 1862-63, y el Ayuntamiento se encargaría de las reformas necesarias para acoger durante una década al Instituto; esta instalación se consideró siempre como provisional.
Las dependencias escolares se situaron en la parte posterior del edificio municipal que sería reformado por un proyecto del arquitecto Ángel Cosín y Martín quien dispuso las aulas en torno a un pequeño claustro.
Espacio insuficiente
Esos locales eran insuficientes para acoger un alumnado en crecimiento, por lo que muy pronto se barajó la posibilidad de trasladar el instituto a los conventos de Santo Domingo o San Francisco que habían sido cedidos al Ayuntamiento en 1842 y que estaban dedicados a servicios militares y benéficos. Otra idea que aparece hacia 1866 es la de construir un edificio nuevo donde asentar el Instituto, la Escuela Normal y la Biblioteca provincial, aprovechando unos solares que se situaban entre los dos conventos citados y en los que se ubicaría la plaza de abastos. Para llevar adelante este proyecto habría de contarse con el apoyo de la Diputación, que, por otra parte, era la tutora del centro y lo seguiría siendo hasta 1887. La profunda relación entre la Institución provincial y el Instituto explica el porqué el establecimiento docente terminaría instalándose en el edificio que se terminaba a comienzos de los años setenta y que, rechazada la primera intención de convertirlo en hospital, sería repartido entre la Diputación y el Instituto.
*Antonio Prado Gómez es doctor en Historia. Catedrático jubilado del instituto Lucus Augusti
En 1848, cinco años después de iniciar su actividad, el Instituto se
instala en Monforte
El traslado a las dependencias del Ayuntamiento de Lugo se produjo en el curso 1862-63