Padres del colegio de Portomarín reunieron a parlamentarios de todos los signos para que se pronunciasen por la falta de un profe
28 feb 2019 . Actualizado a las 20:18 h.Mientras en Ferraz, en Génova y demás sedes las direcciones de los partidos y las grandes cadenas de televisión negocian al milímetro la letra pequeña de los debates políticos que se avecinan, en Portomarín, un concello de algo menos de 1.500 habitantes, dan su humilde lección al mundo poniendo en práctica ese ejercicio de libertad de expresión y democracia ajustándolo a sus necesidades, a lo que ha robado el sueño de muchos vecinos durante meses: la educación de sus hijos.
El pasado verano, antes de que arrancara el curso, los padres de los alumnos del CEIP Virxe da Luz se enteraron de que su cole, a pesar de que había incrementado en un alumno su matrícula, perdería un profesor y los 33 estudiantes se distribuirían en tres tramos, infantil por un lado; primero, segundo y tercero por otro; y cuarto, quinto y sexto en otra aula. Es decir, en primaria pasaban de estar agrupados en tres clases, a hacerlo en dos, una medida que los padres entienden que complica la tarea de la enseñanza y el aprendizaje, y a la que, sobre todo, no encuentran explicación.
Durante los últimos meses las familias se han movido, han llamado a todas las puertas, han reclamado soluciones de todas las formas que se les ha ocurrido, pero sus demandas han caído en saco roto. Casi siempre recibían buenas palabras, pero ningún hecho, mientras el balón saltaba de un tejado a otro.
Ante este panorama, y aguzando la imaginación, los padres propusieron a todos los partidos con representación en el Parlamento gallego participar en un debate en Portomarín en el que se trataría exclusivamente la problemática del cole. Y eso hicieron ayer en un local atestado de vecinos.
En el escenario del debate no había docenas de cámaras enfocando a los políticos ni equipos de asesores apostados en los laterales. No había parafernalia, solo un moderador para repartir juego y mucho público ansioso de soluciones. Que de eso se trataba.
César Fernández, del PP, Luis Manuel Álvarez, del PSOE, Olalla Rodil, del BNG y Luca Chao, de En Marea, parlamentarios vinculados al área de educación, fueron los invitados junto con el alcalde, Juan Serrano, y el presidente de la federación provincial de Anpas, Froilán Pallín.
Antes de comenzar la discusión, un par de apuntes del moderador, que respetasen los tiempos en la medida de lo posible y que, aun siendo conscientes de que las elecciones están al caer, que se alejasen todo lo posible de los discursos de campaña. Pero claro, con las urnas de camino, eso era misión casi imposible.
Los tres minutos de intervención inicial que tuvo cada participante se les quedaban cortos para todo lo que tenían que contar. Y lo mismo sucedía con las réplicas. «Eu non estou acostumado a medir os tempos como os parlamentarios», se excusaba el representante de la federación de Anpas. Y entre idas, vueltas, algún pique velado, algún murmullo entre el público y padres que tomaron la palabra para reclamar fórmulas que les devuelvan otro maestro, transcurrió hora y media de exposiciones, réplicas y contrarréplicas en las que unos y otros coincidieron en lo mismo: no hay nada más saludable que buscar soluciones a los problemas desde el debate.
La conclusión de los padres: «Falta vontade política»
Centrar el tiro en el caso concreto del cole de Portomarín resultaba difícil con las elecciones a la vuelta de la esquina, pero más o menos los políticos lo hicieron. Coincidieron en que el problema del Virxe da Luz no es la excepción y que el trasfondo de la despoblación del rural, de la necesidad de fijar población y de los problemas demográficos de Galicia, con un reparto desigual, sobrevuelan toda la cuestión.
Pero, metidos en harina, mientras el PP remitía a los informes técnicos para explicar la situación, PSOE, BNG y En Marea insistían en que las decisiones políticas son las que establecen los criterios técnicos, y que ya habían reclamado en el Parlamento solucionar la cuestión, sin que la mayoría popular lo aprobase.
El socialista Álvarez, inspector de educación de profesión, puso sobre la mesa que con las cifras de alumnos en la mano, el colegio no solo tendría que tener un profe más, sino dos. Y ahí el alcalde, provocando cierto murmullo entre los vecinos, ya dijo que si eso era así, que directamente recurriría a un abogado para exigirlo. A lo que la parlamentaria del BNG apostilló que a quien se lo exigiría es a su propio partido.
¿Y cuál fue el resumen? «Que falta vontade política», decían los padres al final del debate, un tanto agotados de discursos sin hechos, pero satisfechos con su iniciativa. «Como dixeron, quen sabe se o día de mañá se falará deste debate como o efecto Portomarín». El lugar en el que un grupo de vecinos hizo bajar a la arena a la política.