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Las mamparas no frenan las risas en el comedor escolar

l.g.c. LUGO / LA VOZ

LUGO

Alumnos del CEIP A Ponte en el comedor escolar, en el 2020
Alumnos del CEIP A Ponte en el comedor escolar, en el 2020 ALBERTO LÓPEZ

El colegio de A Ponte vive con normalidad el regreso de los almuerzos

12 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Es mediodía en el CEIP A Ponte, en Lugo, y en el comedor el barullo es importante. Al ruido de los cubiertos contra las bandejas se suma el de los niños, que charlan de sus cosas como seis meses atrás, la última vez que se habían encontrado en el colegio. Igual que entonces, solo que ahora con una pantalla de policarbonato en medio. La escuela, cuando tocó poner en marcha su protocolo contra el coronavirus, decidió hacer un esfuerzo económico y situar en las mesas del comedor mamparas divisorias transparentes. Querían reforzar al máximo la seguridad a la hora de comer, y consideraron que ese era el camino. Al fin y al cabo, ese es el mayor rato que los niños están sin mascarilla, por lo que era un momento de cierto riesgo.

 El colegio contactó con una empresa y desembolsó algo más de 7.000 euros para instalar mamparas en todas las mesas. Un sistema, además, flexible, puesto que pueden organizarse de distintas formas. Si hay que dividir la mesa en cuatro, se dispone de una manera, y si han de compartirla seis niños, en otra.

Los alumnos del CEIP A Ponte que acuden al comedor ven con normalidad las mamparas separadoras
Los alumnos del CEIP A Ponte que acuden al comedor ven con normalidad las mamparas separadoras ALBERTO LÓPEZ

A mayores, recurrieron a mamparas de 1,70 metros para delimitar los grupos estables, y así conservar cierto aislamiento. Aunque desde fuera pueda resultar chocante ver a los pequeños comiendo en sus cubículos, en la práctica se comprueba que no. Estar separados por una pantalla transparente no ha reducido ni un milímetro sus ganas de charla, sus risas, sus confidencias entre bocado y bocado. Una muestra más de la capacidad de adaptación de los más pequeños.

En el colegio lucense fueron 165 los niños que solicitaron el servicio de comedor, aunque estos primeros días no todos están acudiendo. Para evitar tener que habilitar un segundo turno, lo que hizo el centro fue convertir en un pequeño comedor para infantil el que era el despacho del responsable del comedor. Allí, además, conviven varios modelos: hay algunas mesas con mamparas separadoras y otras en las que apuestan por la distancia social. Lo que no cambia es la curiosidad de los más pequeños, que entre macarrón y macarrón están atentos a todo lo que sucede a su alrededor.