Antonio Rivera, director de la prisión de Monterroso: «En una cárcel, el virus podría propagarse como en una residencia de mayores»

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

LUGO

ALBERTO LÓPEZ

Desde que empezó la pandemia, tres reclusos dieron positivo, pero el virus nunca se llegó a extenderse por el centro

08 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Este jueves, la noticia del positivo en coronavirus de un preso de la cárcel de Monterroso hizo sonar todas las alarmas del centro penitenciario. En un edificio con las características de una prisión, tan hermético y cerrado, un contagio puede ser el inicio de una catástrofe si no se ataja a tiempo. El interno se contagió de coronavirus en el seno familiar, ya que estuvo tres días de permiso durante las Navidades. Tras pasar unos días en aislamiento, haciendo la cuarentena pertinente, una prueba PCR alertó a los responsables de la prisión.

«Cuando dio positivo, ya había estado unos días en un módulo especial, donde ubicamos a los internos que salen de la prisión durante los permisos. Eso evitó que propagase el virus entre sus compañeros». Así explica la actuación del centro Antonio Rivera, el director de la cárcel de Monterroso desde el año 2010. El protocolo anticovid de la prisión se basa en minimizar los riesgos.

Según Rivera, tanto reclusos como funcionarios siguen sus propias normas para evitar que el virus se introduzca que en el centro. En el caso de los internos, las nuevas medidas se impusieron desde el principio sobre aquellos que proceden del exterior, ya sea por un regreso tras un permiso o por la llegada de un nuevo preso. «Cuando un interno entra en la prisión, se le traslada a un módulo especial, donde se le aísla durante diez días y se le hace una PCR antes de reunirlo con sus compañeros en las estancias habituales», explica.

«El protocolo ha servido para que los contagios no hayan supuesto un problema»

Para Antonio Rivera, la gestión de una prisión en tiempos de pandemia es similar a la de unos centros que han sido muy protagonistas durante este último año: las residencias. «Un centro penitenciario es un lugar muy hermético, donde puede entrar poca gente, y es un espacio cerrado por norma general. En ese sentido, es como una residencia de personas mayores. Por eso es tan importante contener los contagios, porque si entra el virus, su propagación es velocísima», explica.

Desde el inicio de la pandemia, Monterroso ha notificado tres positivos entre los reclusos. Para Rivera, «el protocolo ha servido para que estos contagios no hayan supuesto un problema, porque hemos podido detectarlos rápidamente y atajar el problema». Solo se someten a pruebas PCR aquellos internos que pasan tiempo de permiso en el exterior y regresan, o a los nuevos presos que ingresan en el centro.

La dificultad añadida con este último caso de covid-19 fue que nunca presentó síntomas. «Como no tenía ningún tipo de problema de salud, no sospechamos hasta que se le hizo la PCR. Después supimos que varios familiares suyos estaban contagiados, así que tenemos claro que fue un positivo por transmisión familiar», explica Rivera. Finalmente, destaca que las medidas de protección de los funcionarios son también «una forma de prevención más».

El balance de Monterroso en el 2020: un virus, una pelea masiva y un intento de fuga

Con el inicio de la pandemia de coronavirus allá por marzo del 2020, uno de los edificios más herméticos de toda la provincia de Lugo se vio obligado a tomar medidas. El confinamiento no fue sencillo para aquellos centros caracterizados por acoger a personas que no pueden salir de su interior con libertad. Los nuevos protocolos, como explica Antonio Rivera, exigieron que las personas que entrasen en el recinto siguiesen unas estrictas medidas sanitarias.

Para los entre 220 y 250 reclusos con los que cuenta el centro, la vida no cambió demasiado. Todo a su alrededor vivía momentos de pánico, pero ellos solo lo notaban por las medidas sanitarias que seguían los funcionarios de la cárcel. Sin embargo, el centro protagonizó un episodio muy destacable pocos días después del inicio del primer Estado de Alarma en España. El 25 de marzo, una pelea «multitudinaria» acabó con cinco funcionarios heridos y nueve reclusos aislados tras un enfrentamiento en el horario del patio. Desde la Asociación Profesional de Funcionarios de Prisiones, explicaron que hacía años que no se veía una pelea similar.

El otro capítulo distintivo del año 2020 fue el vivido el seis de noviembre. Dos reclusos intentaron fugarse de la prisión escalando el muro. Rápidamente, varios agentes de la Guardia Civil los interceptaron antes de que consiguiesen su objetivo. Uno de ellos resultó herido en el intento. En concreto, sufrió una fractura, por lo que tuvo que ser ingresado en el hospital. Desde la dirección anunciaron que ambos serían trasladados a una prisión de máxima seguridad, con el fin de evitar cualquier otro intento de huida. No se ha producido ninguna fuga exitosa desde que se inauguró la prisión.