«Salir adelante» trabajando en el rastro solidario de Lugo

André Siso Zapata
ANDRÉ S. ZAPATA LUGO / LA VOZ

LUGO

OSCAR CELA

Los trabajadores de Reto a la Esperanza venden, reparar y entregan mueblería desde su nave del polígono de O Ceao

21 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Si lo hiciéramos por el dinero, nada de esto existiría. Nuestro único objetivo es sacar adelante a personas que se veían hundidas en la vida». Así define Francisco Santos, coordinador de la Asociación Reto a la Esperanza de Lugo, la misión de su colectivo.

La agrupación nació en Cantabria, hace más de treinta años. Lo hizo de la mano de un matrimonio norteamericano, Raymundo y Willie Pollnow, como un proyecto humanista y no lucrativo, como resultado del acto de acogida de los drogodependientes que se encontraban tirados en las calles de Santander. Fue así como nació la 'Casa Reto I', la primera vivienda de acogida que tuvo la asociación. Más de tres décadas después, son pocas las provincias en las que no tienen una.

Curiosamente, ese es precisamente el caso de Lugo. Aquí, Reto no cuenta con una casa de acogida para jóvenes en situación de exclusión desde el año 2005. Sin embargo, sí cuentan con un servicio que les hace especiales dentro del mundo de las oenegés. Y es que Reto posee una gran nave en el polígono de O Ceao, en donde los miembros del colectivo reparan, transportan y venden muebles y otros artilugios. De esa manera se ganan la vida y mantienen activa una asociación que tiene como objetivo «que las personas que están hundidas en un pozo puedan salir adelante», según sus responsables.

OSCAR CELA

En la actualidad, son cinco las personas que trabajan a diario en la nave de Reto en Lugo. Allí, se guardan cientos de muebles, desde armarios hasta camas, pasando por pianos, literas o cómodas. Son ellos mismos quienes se encargan de gestionar los utensilios. Los cuales reciben, mayoritariamente, a través de las donaciones desinteresadas de la gente que colabora con ellos.

«Aquí reparamos, transportamos y vendemos los muebles. Hacemos todo el trabajo nosotros, con el esfuerzo de los chicos y el apoyo de algunas marcas, como Gadis y Zara, que nos donan muchas cosas para echar una mano», explica Eugenio Ruiz. Él se enroló en Reto en Cantabria, su lugar de origen, junto a su esposa, pero luego se vinieron a Lugo para colaborar en la asociación.

Financiación propia

Él es uno de los encargados de gestionar el rastro que tienen instalado en la nave, ubicada en la Avenida Benigno Rivera, en el número 58. «Aquí no recibimos subvenciones estatales, así que nos autofinanciamos con la venta y reparación de los muebles que nos van donando. Somos autosuficientes», explica Francisco Santos.

Esta asociación ha acogido desde hace 30 años a personas de todos los perfiles posibles. Hay quien llega a través de la religión cristiana, un pilar fundamental de la asociación, pero la mayoría de los voluntarios son personas que buscan superar adicciones. Por ejemplo, a las drogas. «No lo hacemos por el dinero, porque a veces hasta lo perdemos. Lo hacemos por la satisfacción de ver cómo sale adelante gente que llegó aquí hundida», explican los responsables.

En su día, hubo una casa de acogida en Lugo, pero terminó cerrando. Ahora, la nave se nutre, en parte, de los jóvenes que llegan de la residencia que tienen en A Coruña, que duermen en la nave de Lugo las semanas que vienen a trabajar a la ciudad amurallada. «Somos personas que trabajan para personas», sentencia Santos.