Caso Desirée Leal: ¿por qué se repite el juicio de la niña asesinada en Muimenta?

La Voz

LUGO

Ana Sandamil, madre de Desirée Leal, durante una sesión del juicio en el que se la condenó a prisión permanente revisable.
Ana Sandamil, madre de Desirée Leal, durante una sesión del juicio en el que se la condenó a prisión permanente revisable. ALBERTO LÓPEZ

Este lunes arranca la repetición del juicio por la muerte de la menor, de siete años, presuntamente a manos de su madre en 2019

27 feb 2023 . Actualizado a las 13:14 h.

De lunes a lunes, la Audiencia Provincial de Lugo será el escenario de un dejà vu. Durante seis jornadas, Ana Sandamil será juzgada por segunda vez por el asesinato de su hija, Desirée Leal, el 3 de mayo del año 2019 en Muimenta (Cospeito), cuando la niña tan solo tenía siete años. A pesar de haber sido condenada hace poco más de un año a la pena de prisión permanente revisable por estos mismos hechos, el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia ordenó anular la sentencia de la Audiencia Provincial de Lugo y repetir el juicio, al concluir que el jurado popular no argumentó correctamente su veredicto.

Este primer juicio se celebró a principios de febrero del año 2022, y se espera que la repetición del proceso se desarrolle de una forma similar, ya que tanto las partes como la Audiencia y el jurado popular deben actuar como si el primer juicio no hubiese existido. Esta circunstancia ha provocado un hecho inédito en Galicia: la repetición de un juicio en el que la persona acusada había sido condenada a la máxima pena contemplada por la ley española. Lugo, por lo tanto, entrará en territorio desconocido, y la Audiencia se enfrentará a un reto nunca antes visto. La primera de las vistas por el conocido como crimen de Muimenta (la localidad lucense en la que sucedió) ha comenzado este lunes 27 de febrero después de la constitución del jurado popular.

Un reto para el tribunal

Para evitar nuevos inconvenientes, el tribunal tendrá que afrontar un triple desafío. Primero, debería corregir el error y no permitir que, de nuevo, el jurado popular no construya correctamente el veredicto. Según el TSXG, la sentencia no explicaba por qué los miembros del jurado acordaron que la afectación mental de Ana Sandamil el día del crimen —la clave del juicio— era «leve» y no «grave», lo que permitía que se la condenase a la pena máxima y que su castigo no estuviera atenuado por su estado psíquico, como argumentaba su defensa. Entonces, ¿por qué se repite el juicio?. El TSXG anuló la sentencia porque el jurado simplemente eligió la afectación «leve», pero no explicó por qué.

Otra complejidad para la Audiencia será trabajar con un jurado popular compuesto por vecinos de la provincia de Lugo que, a buen seguro, conocen el crimen y saben que se está repitiendo el juicio.

Y, en tercer lugar, el tribunal deberá tratar este juicio como si fuese el único y el primero no hubiese existido. Por lo tanto, todo deberá transcurrir como si nunca se hubiese juzgado a Ana Sandamil por la muerte de Desirée.

Pruebas contundentes

Por lo tanto, este lunes, la madre volverá a declarar. Está acusada de un delito de asesinato. La Fiscalía, la acusación particular y la acusación popular piden para ella la pena de prisión permanente revisable al verla como autora del crimen. El 3 de mayo del 2019, Desirée Leal apareció muerta en cama de su madre: alguien la había asfixiado. Ana Sandamil fue hospitalizada, debido a que trató de suicidarse ingiriendo gran cantidad de pastillas de trazodona, un somnífero. Tres semanas después, fue detenida y encarcelada. Desde entonces, las autoridades y los juzgados han tratado de resolver una sola pregunta: ¿sabía la madre lo que estaba haciendo?

Nadie pone ya en duda la autoría del crimen, ni siquiera el abogado de la acusada. La cuestión es si su estado mental estaba lo suficientemente perjudicado como para no ser consciente de sus actos en el momento de los hechos, algo que la haría inimputable a ojos de la Justicia.

Las pruebas contra ella siempre han sido contundentes: había sangre en el pijama de Desirée, su historial informático reveló que buscó venenos (trazodona) por Internet, escondió pruebas en su casa... Sin embargo, ella nunca ha reconocido su culpabilidad.  Lo máximo que admitió lo dijo en la última jornada del primer juicio, en febrero del 2022, cuando afirmó que «si hice lo que hice, fue porque mi cabeza no estaba bien». Tras seis días de juicio (igual que ocurrirá ahora), fue considerada culpable por un jurado popular y condenada por la Audiencia de Lugo. Meses después, la sentencia fue anulada.

«Volveré a pasar por lo mismo»

El padre de Desirée, José Manuel Leal, aseguró esta semana que, para él, la repetición del juicio le supone revivir «un calvario». Dice Leal que «toca volver a pasar por esa pesadilla», y que la madre «ojalá fuera condenada a cadena perpetua». «Sigo pensando que el jurado popular lo hizo muy bien, pero ahora no queda otra que luchar para que se haga justicia», aseguró.

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Una historia que viene de lejos

Para entender lo ocurrido, hay que remontarse a la década de 1980. Ana Sandamil nació en el año 1977 y se crio a caballo entre la capital provincial y los municipios de Meira y Cospeito, a pocos kilómetros de la ciudad amurallada. Tuvo una infancia normal, según sus allegados, y no mostró síntomas de ninguna afectación mental hasta que fue adulta. A raíz de la separación de sus padres, cuando tenía 24 años, empezó a tratarse psicológicamente. Vivió de nuevo con su madre en su casa de Muimenta, la misma en la que terminaría matando a su pequeña hija Desirée. Pasada la treintena, conoció a José Manuel Leal, su exmarido y padre de Desirée. Poco después, comenzaron una relación, y terminaron casándose y teniendo a la pequeña.

Problemas en la relación acabaron desembocando en su separación. Entonces, empezó su deriva mental. En los meses previos al crimen, muchos testigos explicaron que comenzó a ser «más protectora» con su pequeña. No la dejaba ir a excursiones, la mantenía alejada de la vida social de la comarca, la ocultaba de su familia... Incluso llegó a llevarla a un curandero.

El 3 de mayo del 2019 ocurrió la tragedia. Según la investigación, Ana Sandamil estuvo planeando el crimen con antelación. Había hecho pesquisas sobre venenos y había mezclado unos somníferos con agua en una botella. Esa noche, le dijo a Desirée que durmiese con ella, en su cama. En algún momento entre las 5 y las 8 de la mañana, la asfixió hasta la muerte. Llegó a darle de beber el somnífero que tenía en la botella, pero no fue suficiente para adormilarla, por lo que recurrió a la violencia.

Un suceso cruel y violento

Asfixia mecánica. Se cree que la asfixió con sus propias manos o con algún elemento ligero de la habitación, como un cojín, o incluso alguna pieza de ropa. La niña falleció por la oclusión la vía respiratoria. En la autopsia, encontraron heridas en sus manos y en la cara, lo que evidencia que opuso resistencia. 

Entonces, Ana Sandamil se levantó de la cama, salió de su habitación y alertó a su madre. «Desi... Morreu». Estas palabras desataron la tormenta. A partir de ahí, la abuela de la pequeña, María Novo, entró en pánico y llamó al 112 casi sin poder articular palabra, pidiendo que vinieran a socorrer a su nieta, que no respiraba.

Arranca la investigación. Al lugar acudieron los equipos de emergencias y la Guardia Civil, que se entrevistó con la madre y el resto de testigos y analizó la escena de lo que, en ese momento, descubrieron los primeros indicios de que había sido un crimen. Ana Sandamil fue trasladada al hospital de Lugo porque, mientras llegaban los facultativos, se tomó una serie de pastillas para tratar de quitarse la vida. Unas semanas después, fue arrestada.

Durante la fase de investigación, que duró desde el verano del 2019 hasta finales del 2021, se descubrieron detalles importantes, como que Sandamil buscó datos sobre un veneno, la estricnina, antes de la muerte de Desirée. También se sometió a la madre a diversos análisis psiquiátricos que buscaban hacerse una idea de cuál era su estado mental en el momento de los hechos. Algo que, a la postre, ha resultado ser el quid de todo el procedimiento.

Seis jornadas para el juicio más mediático. A principios del 2021, la Audiencia fijó las fechas del juicio. En seis extensas jornadas, más de medio centenar de testigos y peritos pasarían por la sala Segunda de lo Penal para contar su parte de la historia. 

La Fiscalía publica su escrito de acusación, en el que se especifica que pedirán la pena máxima existente en España para Ana Sandamil. De esta forma, se confirma que tanto el fiscal como las acusaciones popular y particular solicitarán la prisión permanente revisable. 

Un primer juicio revelador, pero que ya no sirve

En febrero de 2022 se celebró el primer juicio. Este giró sobre la afectación mental de la acusada y su imputabilidad. Ella negó haber matado a la niña, pero los testimonios de los peritos y de los testigos terminaron pesando más. Tras una semana, el jurado popular decidió que Ana Sandamil era culpable de haber matado a su hija Desirée. Poco después, el tribunal de la Audiencia ratificó la decisión y le impuso la pena de prisión permanente revisable.

 

Un final que se ha reabierto

Unas semanas después, el abogado de Ana Sandamil interpuso en el TSXG un recurso contra la sentencia que condenó a su clienta. Esta comparecencia tuvo que posponerse una vez y terminó llevándose a cabo el 30 de septiembre. Las previsiones eran que el tribunal ratificase la sentencia, pero la realidad condujo al caso por el camino opuesto.

El 21 de noviembre del 2022, el TSXG anunció que ordenaba repetir el juicio de manera íntegra. Su motivo: que el jurado popular no dio una breve explicación sobre por qué decidieron que la afectación mental de Ana Sandamil era leve y no grave, un dato clave para discernir si era plenamente consciente de estar asesinado a su hija o si tenía los sentidos lo suficientemente nublados como para no saber qué estaba haciendo. Por ello, anuló la sentencia de la Audiencia Provincial y ordenó repetir el juicio. Este 27 de febrero, Ana Sandamil ha vuelto a sentarse en el banquillo de los acusados por el crimen de Muimenta, por el presunto asesinato de su hija. El futuro es todavía incierto.

 Artículo elaborado a partir de varias informaciones publicadas en La Voz por André S. Zaplana (Lugo) y Manuel Varela (Galicia)