
La próxima semana, si nada se tuerce, las dos torres que durante años se asociaron a Lugo serán ya historia
26 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Más de tres lustros han pasado desde que empezó a levantarse en las Costas do Parque, en Lugo, el que acabaría siendo, sin pretenderlo, el edificio más conocido de la ciudad, O Garañón. Un cascarón de hormigón y ladrillo que durante todos estos años ha permanecido inacabado y bajo la espada de Damocles de las sucesivas sentencias judiciales.
Pero los tiempos de O Garañón se acaban. A mediados del mes de junio las máquinas comenzaron a morder el inmenso edificio, y ahora es cuestión de días que la única de las dos torres que permanece erguida sea escombro.
Los trabajos de derribo de la edificación marchan a gran ritmo. La primera de las torres cayó hace días y ahora la megaexcavadora se afana en tirar la segunda. Para hacerlo, está mordiendo verticalmente la estructura, de modo que va limando el edificio poco a poco. Si se observa desde la zona del Miño, parece como si nada hubiese cambiado, pero si se hace desde el lado opuesto, por donde teóricamente tendría que haberse instalado la entrada principal, la imagen es irreconocible. Parece como si fuese un edificio en medio de un conflicto bélico.

Teniendo en cuenta el ritmo al que avanza la demolición, es muy probable que las plantas altas estén ya desaparecidas a principios de la próxima semana. Luego será el turno de los cuatro sótanos del inmueble. A partir de ahí, los trabajos de triturado de los materiales aprovechables y la reposición de la urbanización pasarán a tener protagonismo. La empresa concesionaria de la demolición, sufragada subsidiariamente por el Concello por más de 550.000 euros, está pendiente de que la Xunta de Galicia le conceda permiso para instalar una planta machacadora, de manera que se pueda gestionar en la misma parcela buena parte de los residuos. Hay que tener en cuenta que el derribo de O Garañón abarca 37.796 metros cúbicos.
En paralelo a los trabajos de demolición, no ha dejado de hablarse de los intentos judiciales del Banco Santander, principal acreedor del concurso, y del que fue promotor del edificio de paralizar cautelarmente la demolición. Intentos que, hasta el momento, los jueces han tirado abajo una y otra vez.