La voluntaria que resiste en una iglesia del Camino Francés: «Dábame pena que non a visen e decidín abrila eu todos os días»
LUGO
En la ruta a su paso por Lugo, apenas dos vecinos colaboran enseñando los templos. La última que se sumó fue Mar, en Barbadelo
02 dic 2023 . Actualizado a las 10:55 h.Los peregrinos que quieren curiosear las iglesias en cada pueblo del Camino Francés por Lugo casi siempre se topan con una puerta cerrada. La falta de habitantes, curas o voluntarios hace que muchos templos no puedan estar abiertos al público excepto en el horario de misa o ni siquiera la celebran. Sin embargo, aún hay milagros, como el de Mar. Esta vecina de Barbadelo decidió pedir autorización para que los caminantes pudieran ver el templo: «Dábame moita pena porque viña moita xente e se quedaban fóra».
Ni la variante más transitada del Camino logra que todas sus iglesias tengan un hospitalero que reciba a los peregrinos. Según recuentas las asociaciones del Camino, algunas como las de Triacastela o las de Sarria solo pudieron abrir el horario de misa. En O Cebreiro, el cura Francisco Castro mantiene la actividad del templo, en Portomarín hay una persona pagada por la Diócesis de Lugo o en Vilar de Donas, en Palas de Rei, también se encargan los párrocos. La gran mayoría de las que se asientan en pequeñas aldeas, no tienen misa ni quien las atienda.
Una figura clave para sellar la credencial en cualquier iglesia de la ruta jacobea siempre fueron los voluntarios. Pero con la pérdida de población también se perdieron estos hospitaleros solidarios. Hay dos excepciones en la provincia de Lugo: San Xulián do Camiño, en Palas de Rei, y Barbadelo, en Sarria. En la localidad sarriana la voluntaria es de reciente incorporación. Hasta hace pocos años, todavía se ocupaban los curas de abrir el templo, pero se cerró.
Por encontrarse a apenas cuatro kilómetros del inicio de etapa más frecuentado y ser una llamativa iglesia de origen románico, eran muchos los peregrinos que se interesaban por verla. Justo la casa de al lado es la de Mar, la vecina que siempre custodió las llaves. «Timbrábame moita xente na casa para preguntarme como se entraba á igrexa», recuerda.
Esta sarriana lamenta que ya no haya misas en la parroquia y que los peregrinos se queden sin poder visitar la iglesia. Así que el verano pasado decidió contactar con el Monasterio de Sarria y la Diócesis de Lugo para pedir autorización y ser ella la responsable de abrir las puertas del templo y sellar credenciales. «Estou prexubilada así que así mato o tempo varias horas ao día e sobre todo é un beneficio para a comunidade», cuenta.
Mar se encarga de la iglesia de abril a octubre, recibiendo a los caminantes varias horas al mediodía. «Agradéceno moito e a min gústame tratar con eles xa que ademáis seis francés e inglés e así podo poñelo en práctica». La sarriana lleva sus 52 años viviendo en Barbadelo por lo que puede hacer hasta de guía del pueblo, del Camino y de la propia iglesia. «Está moi ben conservada, necesitaría algún mantemento, pero está moi bonita».
La vecina de Barbadelo está encantada con poder dar el servicio a los caminantes sin recibir nada a cambio. Incluso en los meses de invierno, si de manera esporádica algún peregrino le timbra para preguntarle por la iglesia y ella está disponible, hace el favor de enseñársela.
San Xulián do Camiño
El otro voluntario de Lugo está en San Xulián do Camiño, en Palas de Rei. Se trata de un vecino jubilado del municipio que madruga cada día desde hace años para poder dar servicio durante unas horas a los peregrinos por la mañana. Se hizo encargado de sellar sus credenciales porque ya no había nadie que pudiese atender la iglesia. Incluso acude algún día en inverno si es necesario.
La Diócesis de Lugo es consciente de la falta de voluntarios y está intentando conseguir gente para atender los templos. Una forma fue a través de un convenio con la Xunta que contratar personal y recientemente anunciaron que se instalarán rejas para que se puedan ver desde el exterior sin necesidad de que haya una persona.