
asó la copa y como es habitual después de una copa suele haber resaca. Como nos referimos única y exclusivamente a un tema deportivo, la resaca fue agradable, satisfactoria y afectuosa. Tiñó de optimismo, ilusión y ánimo a una afición necesitada de entusiasmo. Recobrados de la fiesta copera y esperando la traca final el día de Reyes, volvió la Liga.
Podría pasar cualquier cosa y pasó lo menos desagradable, es decir, empate. Los filiales son capaces de lo mejor y lo peor y ayer tocó ni una cosa ni la otra. No sé si sorprendió a muchos o pocos, aunque si nos llevamos por la trayectoria del equipo hasta aquí, no es del todo malo. No era capaz de puntuar con
equipos de la zona noble en casa y sí lo hizo. Se resiste a ganar en casa y se resiste a perder fuera.
Esta es la realidad. También lo es, lo complicado de definir e identificar el modelo de juego del equipo y tampoco ayudan a reconocer dicho estilo, las ruedas de prensa, cargadas de declaraciones más emotivas que técnicas, más emocionales que tácticas. Aún así, el equipo demuestra coraje, unión y vínculo, base principal para dotar de argumentos
optimistas el camino por recorrer.
Este empuje le permitió mantenerse vivo en el partido y por consiguiente en zona clasificatoria no alejada de las primeras posiciones. Le sobra actitud, disposición, impulso, empeño, condiciones que no todos los equipos pueden presumir. Desorden, confusión,
alboroto táctico por momentos en su debe. No es fácil jugar contra un equipo técnicamente tan óptimo. Es bueno saber qué es lo mejor en cada momento, ellos tienen juventud y mucha calidad, los nuestros, experiencia, trabajo y práctica, además de inteligencia.
Si sumas a una actitud insuperable, inteligencia y orden táctico, me atrevería a pronosticar una travesía ilusionante y esperanzadora. Y volviendo a la copa, estemos atentos al sorteo de mañana, este año además del de Navidad, nos puede caer el gordo en el Anxo Carro.